Factores que determinan el éxito y el fracaso
lunes, 22 de abril de 2013
Fernando Albán Díaz del Castillo
No hay un solo profesional, ejecutivo o líder que no sueñe con alcanzar el éxito en la labor que realiza; sin embargo, muchos son los que, a pesar de contar con estudios y capacidades similares a las de otros individuos triunfadores, se rezagan en el camino y no consiguen las metas que se han propuesto.
Cuáles son los factores que determinan el éxito de unos y el fracaso de otros, es lo que pretende abordar esta nota, a partir de las experiencias de tres reconocidos consultores en esta materia.
Según Claudio Fernández-Aráoz, uno de los mayores especialistas del mundo en decisiones de contratación y promoción de líderes, el primer factor de éxito para triunfar en una carrera, tiene que ver con lo que hacemos a diario para desarrollar y aprovechar las capacidades y el talento con el que nacimos, y la experiencia y el conocimiento, formal e informal, que logramos acumular a lo largo de nuestras vidas. Un segundo factor, tiene que ver con las empresas a las que nos vinculamos laboralmente y la capacidad de estas para descubrir y desarrollar el talento. El caso más relevante que menciona, es el de General Electric, donde muchos de sus antiguos ejecutivos son hoy los líderes de varias de las primeras 500 empresas de la lista de Fortune.
Otro factor muy importante, que entra en juego cuando se ha alcanzado alguna posición de liderazgo dentro de una compañía, es la capacidad para tomar decisiones acertadas de personal. “Cualquier cosa que queramos hacer”, dice Fernández-Aráoz, “dependerá de los colaboradores que hayamos escogido para integrar nuestro equipo, porque nuestros resultados, desempeño, riesgos y posibilidades de ser promovidos, están en las manos de esas personas”.
Fernández-Aráoz clasificó a los profesionales que había contratado a lo largo de 25 años, en exitosos y fracasados, a partir de 3 características amplias: 70% de quienes fueron exitosos, tenían experiencias previas muy relevantes. “La experiencia cuenta para la posición de liderazgo de primera categoría“, afirma, “pero más importante que la experiencia, es la inteligencia emocional”; 80% de las personas más exitosas, eran maestros manejándose a ellos mismos y sus relaciones. El factor menos importante, era el cociente intelectual.
Marcus Buckingham, consultor de Gallup, después de procesar entrevistas realizadas a más de dos millones de profesionales, concluyó que la mayoría de las personas se dedica más a tratar de superar sus debilidades que a desarrollar sus fortalezas. Nos cuesta mucho identificar nuestros talentos porque, según dice, “estamos tan acostumbrados a ellos, que no los reconocerlos como tales”. Gran parte del problema radica en nuestro sistema educativo y de capacitación empresarial, que se enfoca precisamente en ayudarnos a superar nuestras debilidades y deficiencias en vez de concentrarse en ayudarnos a desarrollar aquello que nos apasiona y para lo cual somos realmente buenos.
Por su parte, Inés Temple, presidenta ejecutiva de Lee Hecht Harrison, empresa consultora líder en ‘outplacement’ y ‘coaching’, concuerda con la teoría de Buckingham cuando dice “quien quiere avanzar en su carrera debe saber cuáles son sus habilidades clave, aquellas que lo hacen más competitivo y que serán reconocidas como de su ‘expertise’ personal. Está convencida de la importancia de esforzarse en ampliar y mantener una importante red de contactos porque son ellos quienes con su experiencia pueden brindarnos información y nos ayudan a flexibilizar nuestras ideas y paradigmas. “Nuestra capacidad de aprender cosas nuevas, de conocer gente que podría ser clave en nuestra carrera y participar activamente en el desarrollo de las distintas realidades del entorno de negocios, profesional, social o artístico, se multiplica geométricamente en relación a la calidad y cantidad de nuestros contactos”.
La importancia de proyectar una buena imagen
Inés Temple hace énfasis en la importancia de la imagen y reputación. “Debemos ser conscientes de la imagen que proyectamos, no solamente desde un punto de vista externo, sino desde la idea que otros se forman respecto de nuestros valores. La reputación profesional es probablemente nuestra mejor carta de presentación. Es la imagen que otros tienen de nosotros, su “impresión” sobre nuestro esfuerzo, energía, confiabilidad, perseverancia, pasión por el trabajo y voluntad de aprender”.