¿Está cambiando la educación superior hacia un modelo más rápido y flexible?
viernes, 25 de julio de 2025
Hoy en día, las universidades están apostando por ser espacios más flexibles, más conectados con el mercado laboral y más sintonizados con las necesidades actuales
Hasta hace poco, elegir una carrera era como casarse: una decisión larga, estructurada y, muchas veces, irreversible. Pero esto ha cambiado. En todo el mundo, miles de jóvenes están diciendo “no, gracias” a las carreras tradicionales de más de cinco años, y prefieren caminos más ágiles, personalizados y alineados con los desafíos del mundo laboral. En respuesta, las universidades están reformando sus programas, acortando duraciones, ofreciendo microcredenciales, flexibilizando rutas de ingreso y promoviendo la interdisciplinariedad.
Raquel Bernal, rectora de la Universidad de los Andes, explicó que hay una demanda creciente por programas flexibles, apilables y personalizados. “Esta tendencia se manifiesta tanto en pregrado como en posgrado, y responde al deseo de los estudiantes de construir trayectorias formativas a su ritmo, con pertinencia y en consonancia con sus intereses profesionales”.
La directiva agregó que en la Universidad de los Andes han apostado por carreras más cortas desde hace 18 años, cuando pasaron a programas de cuatro años en la mayoría de su oferta académica.
Ese deseo responde también a una realidad económica y tecnológica. “Los jóvenes enfrentan un entorno transformado por la revolución tecnológica. Cambios acelerados, como los impulsados por la IA, hacen que los programas largos, si no se actualizan con agilidad, puedan quedarse atrás frente a las demandas del mundo”, agregó.
Eafit, en Medellín, ha identificado una tendencia clara . “Entre 2020 y 2024, los programas técnicos y tecnológicos presentaron un crecimiento de 12%, superando 6% registrado en la matrícula universitaria”, explicó Claudia Restrepo Montoya, rectora de la institución. En Eafit, la demanda por cursos cortos y diplomados virtuales en áreas de ingeniería y ciencias aplicadas creció 13% entre 2021 y 2024.
Esa evolución no solo ocurre en el pregrado. Según Restrepo, el comportamiento también se ve en la educación continua. “Los jóvenes quieren tener la posibilidad de configurar su formación, avanzar mediante credenciales y microcredenciales que sean reconocidas y acumuladas progresivamente hasta consolidar un programa diseñado a la medida de sus intereses”.
Lo mismo ocurre en la Universidad Icesi, en Cali. “Hicimos una reforma curricular en pre y posgrados, en la que redujimos el número de semestres de estudio y organizamos rutas de ingreso y estudio flexibles”, explicó Diana Díaz, directora de Posgrados en Educación. “Hemos notado la solicitud de los aspirantes a programas más cortos y flexibles, con trayectorias personalizadas, especialmente entre quienes trabajan”.
En la Universidad EIA, el rector José Manuel Restrepo afirmó que las carreras largas ya no son la norma. “Yo ya no veo carreras de cinco años. Desde este semestre avanzamos en una dirección distinta: carreras más compactas, más flexibles, donde el estudiante puede quedarse más tiempo solo si lo desea, por doble titulación o experiencias complementarias. Pero ya no es la duración estándar”.
El cambio, sin embargo, no es solo una respuesta a la inmediatez. “Es una combinación de factores laborales, económicos y educativos”, afirmó la rectora de la Eafit. “Esta es una generación que creció con plataformas como Netflix y Spotify, acostumbrada a elegir, pausar y retomar según sus propias condiciones. Esa lógica de personalización se ha trasladado a la educación”.
Mauricio Rey Torres, vicerrector académico de la Universidad Sergio Arboleda, agregó que los principales factores son la necesidad de insertarse rápidamente en el mercado laboral, el deseo de adquirir competencias específicas en menor tiempo, la incertidumbre económica que dificulta asumir estudios largos, y un cambio cultural.
La Universidad de San Buenaventura ha identificado un cambio estructural en la manera como los jóvenes acceden y proyectan su formación superior. Según su rector, Fray Andrés Miguel Casaleth Faciolince, en los últimos años se ha evidenciado “un aumento claro y sostenido en el interés por programas académicos más ágiles, adaptados a las dinámicas del presente”. Esta transformación no solo responde a las condiciones del entorno económico, sino también a una nueva manera de entender el aprendizaje por parte de las generaciones actuales.
“Muchos jóvenes optan por pregrados más cortos, diplomados articulables o certificaciones específicas”, explicó el rector. En su opinión, la educación superior ya no puede entenderse únicamente desde estructuras rígidas y prolongadas en el tiempo, sino como un proceso modular, flexible y continuo. “Esta tendencia no implica una renuncia a la calidad; al contrario, nos reta a sostenerla con propuestas más pertinentes y centradas en las necesidades reales”, afirmó.
Casaleth Faciolince considera que este cambio está motivado por una combinación de causas. “Hay una convergencia de factores. En primer lugar, la realidad económica lleva a muchos jóvenes a buscar formaciones que les permitan incorporarse más rápido al mercado laboral. Pero también hay un cambio generacional: los estudiantes de hoy valoran mucho la flexibilidad, el aprendizaje práctico, la personalización y la tecnología como parte del proceso”. Según el rector, esta generación no se conforma con un currículo estático, sino que espera una experiencia educativa que dialogue con su realidad inmediata y futura.
Frente a esta transformación, la Universidad de San Buenaventura ha asumido una posición activa, con una serie de respuestas concretas orientadas a renovar su oferta académica. “Rediseñamos programas para hacerlos más flexibles, incorporamos dobles titulaciones, microcredenciales, prácticas desde etapas tempranas y articulación con diplomados”, detalló Casaleth. Además, han lanzado nuevas propuestas formativas que nacen desde esta lógica de adaptabilidad e impacto social, en campos como la sostenibilidad, la innovación y la transformación digital.
El rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel Roca, aseguró que si bien existen señales de transformación en la educación superior, aún persiste un espacio relevante para las carreras tradicionales de mayor duración, como Medicina, que sigue teniendo una alta demanda en Colombia. “No hay necesariamente demanda de carreras cortas, pues medicina es de seis años y tiene alta demanda en nuestro país”, subrayó. Según el rector, estas profesiones conservan su vigencia porque responden a una formación rigurosa, indispensable para ciertas áreas del conocimiento.
La Universidad del Norte ofrece 29 programas de pregrado, que varían entre ocho y doce semestres. “Tenemos carreras como Ciencia de Datos y Diseño Gráfico, que duran ocho semestres, y otras como Medicina, que se extienden hasta doce”, explicó Meisel. Además, destacó que la institución promueve rutas académicas flexibles, como la posibilidad de cursar dos programas simultáneamente. “Nuestros estudiantes tienen opciones para cursar dos carreras al mismo tiempo, por ejemplo, Ciencia Política y Comunicación Social y Periodismo, lo cual permite a los jóvenes explorar sus intereses mientras se forman con la excelencia y currículo adecuado para adquirir los conocimientos que permitirán contar con las competencias necesarias para insertarse en el mercado laboral”, afirmó.
Flexibilidad en los programas, pero sin perder de vista el rigor académico
La expansión de los programas más breves lleva a una pregunta ¿está en riesgo la profundidad académica? De acuerdo con la rectora de Eafit, no se trata de elegir entre profundidad o flexibilidad, sino de diseñar sistemas educativos que permitan ambas cosas. “La duración no garantiza profundidad, pero sí permite maduración”, agregó. Raquel Bernal, rectora de Los Andes, señaló que “nos adaptamos, sí, pero sin perder de vista que nuestra misión más profunda sigue siendo formar buenas personas y ciudadanos comprometidos con el bien común”.