Negocios

La incertidumbre y quehacer empresarial

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Esto nos obliga a innovar y emprender nuevas acciones para obtener el aprendizaje que fortalece el patrimonio intelectual

Alfredo Ceballos Ramírez

Edward Norton Lorenz, científico americano precursor de la teoría de la complejidad, acuñó la célebre frase: “el aleteo de una mariposa en Brasil puede producir un tornado en Texas”, para definir “el efecto mariposa”. En otras palabras, predijo que unos pequeños cambios pueden tener grandes consecuencias.

Eso es lo que precisamente hoy está generando el coronavirus, impactando y de qué manera la economía internacional y el bolsillo de los colombianos. En efecto, el Covid-19 está mostrando la verdadera cara de la realidad y en la que la incertidumbre es una condición inseparable y natural.

La propagación de este virus, al lunes 9 de marzo, llevaba 113.584 contagiados y 3.996 fallecidos. En cuanto a sus efectos económicos, la Unctad, agencia de las Naciones Unidas para el comercio y desarrollo, calculó una caída de US$50.000 millones en las exportaciones de diversos países y sectores. De otra parte, la calificadora de riesgo Moody’s recortó en 0,3% las proyecciones de crecimiento de las economías del G-20 y según el FMI, esta epidemia va a trabar el crecimiento de la economía mundial por debajo de la proyección de una expansión de 2,9% prevista el año pasado.

A nivel local, el desplome de los precios del petróleo Brent, que el viernes pasado cerró en US$45,27 el barril; el incremento del precio del dólar, que el lunes superó la barrera de los $3.800; y las dificultades para importar materias primas de China y exportar productos colombianos a ese país, son hasta ahora los factores de mayor incidencia en nuestra economía.

El bolsillo también se está “contagiando”. Una caja de 50 tapabocas que antes no costaba más de $15.000, hoy se comercializa a más de $30.000; igualmente las personas que tienen su dinero en fondos pensionales y algunos ahorradores están perdiendo el valor de sus ahorros por causa de este fenómeno.

Pero, ¿qué tiene que ver que el costo de un tapabocas en Bogotá o el fondo privado de pensiones de un trabajador en Sogamoso con el coronavirus? Muchos responderían “nada que ver”, porque están acostumbrados a pensar en los términos tradicionales del viejo y aburrido modelo determinista, donde todo se explica como una relación entre una causa y su efecto directo. No son conscientes ni aceptan que esta nueva realidad está llena de interdependencias e incertidumbres, como la propagación del Covid-19.

Ante la incertidumbre, los empresarios están obligados a actuar sin el conocimiento de las consecuencias de sus acciones y a estar siempre alertas para enfrentar este proceso de cambio permanente.

Los invito a que no sigan perdiendo plata ni tiempo en buscar la fórmula que asegure el éxito, o en encontrar una estrategia o ventaja competitiva que les permita sobreponerse a sus competidores. Tampoco, escuchen a tantos “gurús”, quienes aseguran tener una varita mágica con la que logran, por medio de una cultura que alinee los intereses de los colaboradores, un desempeño óptimo y singular.

Llegó el momento de aceptar que la incertidumbre es la condición ineludible a la que todos estamos enfrentados. Esto nos obliga a innovar y emprender nuevas acciones para obtener el aprendizaje que fortalece el patrimonio intelectual con el que podemos mejorar nuestro patrimonio financiero.
Espero que el determinismo no llegue a las empresas con la misma fuerza como el coronavirus está arribando al país. ¡Pilas!

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