Más allá de una ley o un decreto
viernes, 14 de abril de 2023
Aumentar el empleo formal digno, decente y sostenible, disminuir el empleo precario informal y que las empresas continúen siendo generadoras de trabajo, debería ser el eje fundamental de la reforma laboral
Javier Echeverri Hincapié
Respecto a la reforma laboral que se ha radicado en el Congreso de la República y que ha generado tantas opiniones, algunas soportadas con datos duros y contundentes, otras como expresión de emocionalidad, ideología de lado y lado o simplemente con ignorancia total de causas y efectos, es sensato tratar de entender los elementos más simples de nuestra realidad laboral actual y cómo podríamos verdaderamente influir en un cambio sistémico que impulse al país a un genuino camino de progreso.
Lo primero es determinar si en realidad se necesita un cambio a la actual legislación laboral que tiene más de 30 años rigiendo nuestras conductas en materia de empleo y relaciones entre empleadores y empleados, pero que no ha servido para disminuir nuestras tasas de desempleo formal, superiores a muchos de nuestros vecinos en la región.
Aumentar el empleo formal digno, decente y sostenible, disminuir el empleo precario informal y que las empresas continúen siendo generadoras de trabajo, debería ser el eje fundamental de cualquier política laboral. Si solucionamos esa generalidad, nos podemos dedicar a pensar y a actuar con lujo de detalles en la normatividad necesaria para enaltecer la naturaleza humana en el trabajo y generar un ambiente próspero en el mundo laboral colombiano.
Sin puestos de trabajo que ofrecer, las buenas intenciones para proteger, garantizar y asegurar bienestar a los empleados se difuminan, pues primero es el uno que el dos. Generar trabajo formal, no solo en el sector público sino especialmente desde el sector privado, es la condición principal para pensar en un país diferente. Pero el trabajo y la posterior demanda de fuerza laboral no sale de la nada, no se genera con una ley o un decreto. Sin aducir complicadas teorías económicas, desde el sentido común podremos entender que para generar trabajo se requiere una economía dinámica, compuesta por personas que demandan bienes y servicios tanto internamente como en el exterior. Para eso, necesitamos infraestructura, carreteras, conocimiento, habilidades de la fuerza laboral, experiencia de las personas, confianza de nuestro mercado interno y de los países que nos compran, salarios adecuados para las personas que adquieren estos bienes y servicios y necesariamente condiciones para que se creen más empresas, agentes económicos decididos que inviertan, que arriesguen, ser generadores de desarrollo y dinamismo económico, que generen el empleo que necesita el país.
Una reforma que impone cargas laborales para los dinamizadores del empleo es contraproducente. Simplemente no habrá motivación que impulse a quienes quieren generar empresa, pues los riesgos son enormes. Pensemos, por ejemplo, en un emprendedor que contrata a cinco personas para sacar adelante su primer proyecto de negocio. Tres de sus empleados le reportan situaciones especiales: uno tiene una enfermedad grave, otro acaba de convertirse en padre de familia, y otra es madre cabeza de familia porque su compañero la abandonó. El empresario no tiene para pagar esas cargas que le endilga la ley, y como el negocio aún es irregular en las ventas, requiere despedir a las dos personas que no reportaron ninguna dificultad y eso le cuesta 45 días de salario por persona.
No me imagino una plataforma de domicilios que cuenta con más de 100.000 domiciliarios, haciendo contratos laborales como lo plantea la reforma. Además, estas personas tampoco quieren contratos laborales.