Revolución tecnológica, empleo y sociedad
miércoles, 22 de agosto de 2018
La inteligencia artificial puede ser contraproducente.
Javier Echeverri Hincapié
El mercado laboral es una preocupación permanente para todo gobierno y para los ciudadanos. Sus múltiples variables y fenómenos simultáneos y hasta paradójicos (por ejemplo, el alto desempleo vs. la dificultad para encontrar quién ocupe las vacantes) son objeto y base de estudio, debate, discusiones y luchas. Con mercados tan poco estables para las empresas, complicadas dinámicas demográficas, novedades tecnológicas y profundas complejidades sociales, el empleo constituye una necesidad, un derecho, una pasión o una consecuencia del crecimiento económico. Pero ¿hacia dónde va hoy?
Estamos ante cambios tecnológicos completamente disruptivos que traen digitalización en todos los escenarios de la vida y el trabajo y automatización de las tareas y funciones. Mientras, muchas personas y organizaciones siguen enfocadas en el trabajo desde el sentido tradicional, viéndolo como objeto transable para clientelismos, oportunidad cortoplacista de lucro o un gasto en el presupuesto.
En estos nuevos escenarios, que, de acuerdo con expertos del Foro Económico Mundial, entre otros, desde 2021 nos mostrarán panoramas muy distintos a los actuales, la revolución digital significará crecimiento exponencial de las soluciones tecnológicas, abaratamiento de los productos y servicios, más facilidad de acceso a los mismos y, claro, menor valor económico de la mayoría de los trabajos. Las personas con habilidades muy básicas como leer y escribir medianamente bien y sumar y restar, que son gran mayoría, tienen grandes desventajas en este contexto y además, según las investigaciones deManpowerGroup y autores tan actuales como Andrés Oppenheimer, lo mismo está ocurriendo con los profesionales.
La triangulación que hacemos para diagnosticar y resolver un problema (lo que hemos estudiado + fuentes de consulta + nuestra experiencia ꞊ una decisión) ya es realizada, con muchos más datos y fidedignos resultados (y sin caprichos) por varios softwares. Ya hay aplicaciones que imprimen un mueble, escriben un artículo y hasta dirimen pleitos legales.
A más tecnología, entonces, menor relevancia y valor del trabajo como lo conocemos. El profesor de MIT, Max Tegmark plantea un punto interesantísimo y es que la inteligencia artificial debe ser planificada responsablemente y su componente informático debe ser alimentado para beneficiar a la humanidad. Pero esa alimentación pasa por el hecho de que los seres humanos debemos tener claro como especie qué es exactamente lo que nos beneficia.
La inteligencia artificial, al estar basada en la programación e imitación de los humanos, reflejará las mezquindades, inseguridades, errores y fanatismos que obstaculizan nuestro progreso, se multiplicarán nuestras ineficiencias e incluso, como en “2001 Odisea del espacio”, “Matrix” o “Terminator”, la AI entrará en conflicto con nosotros. De acuerdo con el profesor Tegmark, es necesaria la intervención de todas las disciplinas para establecer cómo nos beneficiaremos todos de la tecnología, en vez de provocar destrozos sociales causados por la innovación por sí misma o solo en función de la rentabilidad de algunos de sus artífices. La tecnología es una herramienta para la gente, y debemos darle buen uso. Eso también aplica, por supuesto, a aprovecharla para crear nuevas plazas y tipos de empleo, pues este genera ingresos a las familias y dignidad a la gente.