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Una forma para dejar de postergar obligaciones es gestionar las emociones negativas

La procrastinación es un hábito que puede tener impacto en el desarrollo profesional si se llega a un nivel crónico en la cotidianidad

Karen Pinto Duitama

La procrastinación es un concepto del que se puede no conocer su significado pero sí haberlo vivido en algún momento, implica postergar una tarea no tan placentera para reemplazarla por otras que pueden ser menos importantes pero más agradables.

El investigador de psicología motivacional de la Universidad de Calgary, Piers Steel, ha dedicado su trabajo académico al estudio de la procrastinación y publicó el libro 'Procrastinación: Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy' en el que determina que a diferencia de como se suele pensar, este problema no es solo una cuestión de la mala gestión del tiempo sino que está más relacionado con el manejo de las emociones.

Steel explica que hay una falla en la habilidad de tramitar las sensaciones negativas que puede generar esa obligación que se debe realizar, pero además de que sea una actividad poco atractiva puede estar enlazado a sentimientos más profundos tales como sentir ansiedad, inseguridad por creerse incapaz de realizarlo bien y buscar el perfeccionismo.

En algunos casos se puede procrastinar una que otra vez pero en otras personas se puede dar de forma crónica cuando el hábito se repite de forma involuntaria, pues aunque la persona esté consciente que le generará consecuencias, le cuesta dejar de hacerlo dado que la actividad que privilegió sobre otra le genera un alivio frente a las sensaciones que puede experimentar al pensar en lo que debe hacer.

El psicólogo y docente de la Universidad El Bosque, David Bonilla Macías, explicó que han encontrado que las personas con el hábito de procrastinar suelen tener aprendizajes modelados que vienen de la estructura familiar, creencias particulares sobre la forma en que se afrontan los conflictos y “en algunos casos encontramos bajas o inadecuadas estrategias de afrontamiento y una dificultad para la toma de decisiones y para lidiar con el malestar emocional que genera el asumir una responsabilidad en el aquí y en el ahora”.

Frente al proceso que se debe realizar para gestionar las emociones el profesional explica que hay tres pasos clave, lo primero es identificar y nombrar las emociones, luego modular la intensidad de las respuestas frente a ellas y finalmente expresarlas de forma asertiva. Pero en el momento en que alguien se enfrenta a una tarea que causa apatía, aburrimiento o estrés, el proceso se interfiere y lo que sucede es que “no hay reconocimiento, no hay modulación y la expresión que aparece es procrastinar. Ya que lo que debería gestionar la persona es el malestar que genera el evento, las personas lo que hacen es postergar el malestar emocional que genera la emoción displacentera”, aseguró Bonilla.

LOS CONTRASTES

  • David Bonilla MacíasDocente de la Universidad El Bosque

    “Procrastinar no siempre es un mal hábito, por ejemplo en una discusión de pareja donde no se está llegando a ningún acuerdo, puede ser una herramienta aconsejable, ampliar el observador ante la situación que nos genera malestar y después de un tiempo prudente, poder tener una conversación tranquila”.

  • Piers SteelDocente experto en comportameitno organizacional

    “La palabra procrastinación no se ha referido simplemente a posponer algo, sino a posponerlo irracionalmente; a cuando posponemos tareas de forma voluntaria pese a que creemos que esa dilación nos perjudicará”

Frente al proceso que se debe realizar para gestionar las emociones el profesional explica que hay tres pasos clave, lo primero es identificar y nombrar las emociones, luego modular la intensidad de las respuestas frente a ellas y finalmente expresarlas de forma asertiva. Pero en el momento en que alguien se enfrenta a una tarea que causa apatía, aburrimiento o estrés, el proceso se interfiere y lo que sucede es que “no hay reconocimiento, no hay modulación y la expresión que aparece es procrastinar. Ya que lo que debería gestionar la persona es el malestar que genera el evento, las personas lo que hacen es postergar el malestar emocional que genera la emoción displacentera”, aseguró Bonilla.

Luego de procrastinar también se pueden desarrollar otros sentimientos negativos, (que en principio es lo que se busca evitar) como la culpabilidad por no sentirse productivo o con falta de autocontrol o haberse sometido a niveles más altos de estrés por dejar todo para el final, de tal forma que es un círculo vicioso con impacto en la vida personal y profesional.

Aunque la tendencia a postergar se puede dar en todas las personas, es más frecuente que se presente en quienes están en la etapa de adolescencia o en los primeros años de la adultez, según el psicólogo esto obedece a que socialmente hay reglas como “la vida debe ser divertida y solo felicidad; lo cual con el tiempo y la madurez emocional y psicológica entendemos que el día a día requiere lidiar con las emociones displacenteras de la toma de decisiones, pagar precios frente a las acciones que nos comprometemos y no cumplimos y eso de hacernos responsables de nuestro malestar nos hace adultos psicológicamente estables”.

Para lograr esa estabilidad, Bonilla, quien también es consultor en desarrollo personal y director del Instituto Colombiano de la Compasión, finalmente asegura que el mejor tratamiento ante la procrastinación es reconocer las creencias asociadas frente al resultado y enlistar las consecuencias que se generan en la cotidianidad por tener este hábito, para tener más conciencia de que no se está decidiendo realizar las actividades sino reaccionando a ellas.

"Finalmente vernos de forma compasiva y reconocer que podemos generar cambios, que pueden ser paulatinos y que nos lleven a vivir una vida donde nos hacemos cargo de nuestras emociones, acciones y pensamientos, donde no sumemos estrés adicional", concluyó Bonilla.

Pero aunque la procrastinación se dé con menos frecuencia en adultos que ocupen cargos de alta gerencia también se pueden presentar casos; expertos de Page Executive, la línea especialista en reclutamiento de profesional de alto nivel de la firma Page Group, explicaron que entre las principales razones por las que puede generarse está la carencia de motivación, el trabajo sin propósito, que hayan múltiples focos, la falta de recompensas y que se esté trabajando en proyectos prolongados sin objetivos claros.

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Pero adicionalmente, aunque la procrastinación no sea el común denominador en este nivel gerencial porque según los especialistas, "la línea de liderazgo está muy vinculada con el propósito de la organización y de los objetivos de negocio, nacen, en la mayoría de casos, las estrategias de ellos (altos ejecutivos) y saben hacia dónde se quiere dirigir la compañía, por ello están trabajando con toda la información y la visión de lo que se quiere lograr", y de esta forma se evita que se dé este hábito; sí tienen responsabilidad en darle herramientas a los colaboradores para evitar el hábito.

De la misma forma que le deberían transferir conocimiento a personas que sean más propensas a procrastinar de tal forma que "comprendan el valor de su trabajo, el propósito que tienen las tareas que realiza, el impacto en el equipo y el negocio, los objetivos que se quieren alcanzar y el impacto de su trabajo en su desarrollo y crecimiento", aseguró Page Executive.

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