Bajar tarifas y aumentar la base
He vivido durante los últimos años en los Estados Unidos y he confirmado un hecho que hace parte de la cultura de esta gran nación: el culto por el pago de los impuestos.
Durante los años de la Colonia, se popularizó una frase que resume lo importante que resulta el pago de impuestos para los estadounidenses: “Taxation without representation is tyranny”. Efectivamente, ese eslogan fue uno de los más relevantes durante la Revolución contra los británicos, pues se consideraba que pagar impuestos fijados por parlamentarios que no representaban a los colonos era una verdadera tiranía. Los promotores de la emancipación no se oponían al pago de tributos, pero demandaban que los mismos fueran adoptados por personas que fueran sus representantes y que los mismos se invirtieran en las tierras americanas.
Los Estados Unidos funcionan como nación, en buena medida por el poder vinculante que tiene el pago de impuestos. El 15 de abril es una fecha importante. Es el día límite para la presentación de los impuestos. Todos los ciudadanos, residentes y no inmigrantes tienen el deber de remitir al IRS -oficina federal de recaudo- la planilla y el respectivo cheque para el pago de la ineludible obligación. En nuestro país, a lo largo de los años se ha enervado la cultura del no pago, de la evasión, de la búsqueda de gabelas y del cabildeo de las grandes corporaciones con el fin de que el Congreso apruebe tal o cual beneficio o exención.
En principio, he defendido y seguiré defendiendo la rebaja de los impuestos. He propuesto que para mitigar la crisis económica las tarifas se reduzcan al máximo y que algunos de los impuestos que hoy existen sean llevados casi a cero. Pero igualmente estoy convencido de que en nuestro país muy pocas personas pagan impuestos. Creo que, sin afectar a quienes sobreviven gracias a la asistencia social, es fundamental implementar una ampliación gradual de la base gravable. Además de colaborar en el propósito de llenar al erario, tengo la firme convicción de que es sano para nuestra sociedad que muchos más paguen impuestos, así sea una cifra irrisoria. Eso genera sentido de pertenencia y aumenta el compromiso del Estado por la salvaguarda celosa de los recursos.
Otra medida que considero importante es la que está evaluando el gobierno del presidente Duque respecto de la eliminación de algunas exenciones en aras de fortalecer la caja para el año entrante. Las exenciones son antipáticas, generan malestar y desigualdad, razón por la que es perentorio acabar con aquellas que puedan ser eliminadas, sin que eso afecte de manera grave los sectores de la economía que se ven beneficiados con las mismas.
En esto de los impuestos, no hay blancos y negros. Tenemos que movernos con inteligencia y astucia en la gama de los grises, pero con unos derroteros claros. Insisto en mi punto: bajemos las tarifas, eliminemos el mayor número de exenciones sin que esto genere grandes dificultades y aumentemos paulatinamente la base de ciudadanos obligados a declarar renta.
Pongámonos un objetivo: que el pago de impuestos no sea un momento para la trampa, sino una oportunidad para la consolidación de nuestra sociedad.