Analistas 06/07/2024

Mismo método, mismos bandidos

Abelardo De La Espriella
Abogado, empresario y escritor

La tesis del poder constituyente que Petro, el jefe de la mafia, viene planteando, no es otra cosa que implementar una de las herramientas dialécticas que los comunistas más radicales: desde Marx hasta el Che Guevara, pasando por Chávez y Maduro, han introducido en el ambiente de la guerra política, defenestrar a las personas e instituciones que se opongan a sus intereses.

El tal poder constituyente - que Petro ordena a su nuevo y extremista gabinete organizar - es el vehículo para radicalizar al gobierno y consolidar la revolución que pretende imponernos el guerrillero impune.

No nos dejemos distraer con cortinas de humo y bengalas lanzadas por el sátrapa; la lucha para develar su protervo plan y evitar que lo lleve a cabo, tiene que convertirse en el punto trascendental de la discusión política y jurídica en Colombia.

Debemos, quienes profesamos el patriotismo, visibilizar y demostrar las verdaderas intenciones del forajido impune: estamos expuestos al peligro inminente de la aniquilación del sistema democrático que hemos logrado sostener hasta ahora; tenemos que unirnos para poner en evidencia a los cómplices que cobardemente callan o que vilmente se benefician del desmembramiento democrático: partidos políticos vendidos, cacaos avaros, congresistas delincuentes, periodistas arrodillados y ciudadanos cobardes deben ser puestos bajo la lupa del escrutinio social.

Hablemos entonces de la legitimación del tal poder constituyente; Petro acude, mentirosamente, a las mayorías que le dieron el triunfo presidencial para sustentar un supuesto poder superior a cualquiera que exista previamente: constitucional, legal o institucional.

Pues bien, primeramente, esas mayorías que votaron por su proyecto político, por su programa de gobierno, lo hicieron por una propuesta que no contenía reformas constitucionales de tan delirante calibre, como la de convocar a una Asamblea Constituyente, y esas mayorías apenas tuvieron 3% de ventaja sobre la otra mitad del país que votó en contra de Petro y lo que representa; de hecho, Petro, durante su periodo como candidato, al igual que lo hiciera el dictador Hugo Chávez, negó que esos fueran sus propósitos en caso de ser elegido.

Hoy compruebo lo que siempre he dicho: Petro es un mentiroso de la peor calaña y anda empeñado en convocar la espuria constituyente para, no solo defraudar a su electorado sino para perpetuarse en el poder y atropellarnos a los que no votamos por él.

Además de lo anterior, la realidad presente indica, en todas las mediciones de popularidad, que 70% de compatriotas desaprueban al dictador en ciernes. En ese guarismo estamos los millones de colombianos que no le votamos y otros tantos que, habiéndole votado, hoy sienten el peligro real de un tirano en formación que pretende cambiar las reglas de juego constitucionales para quedarse en el poder.

¿Qué legitimidad tiene una minoría de 30% (en los mejores promedios) para convertirse en poder constituyente o atribuirse una jerarquía por encima de la constitución? NINGUNA. Petro lo tiene claro, y es por esa razón que busca encaminar su perverso plan para ejecutarlo a través de un método tramposo y tenebroso, a su imagen y semejanza.

Tengo información según la cual, los ministerios del Interior y de Justicia llevan varias semanas diseñando un perverso e ilegal paquete de normas y decretos, con los que harán trizas todos los trámites y tiempos que hoy están previstos para convocar una constituyente, y en consecuencia, allanar el tránsito definitivo a la venezolanización de Colombia. Ya el régimen reclutó a Juan Fernando Cristo, experto santista, en trampas como el fast track del espurio proceso del tartufo con las Farc. Ya vimos también, como nombraron a la activista de izquierda, aliada de los enemigos de la patria, Ángela María Buitrago, en la cartera de Justicia: ese combo tiene como misión armar el esperpento jurídico.

Petro no va a someterse a una asamblea constituyente conformada por personas de todas las vertientes políticas que sean elegidas por sufragio universal, tal como se hizo en 1991; en cambio, seguirá el modelo constituyente de Chávez que muchos han olvidado: va a incluir dentro de los decretos reglamentarios las curules para indígenas, negritudes, guerrilleros, desmovilizados y otros sectores que son sus aliados, que le permitan tener más cuotas asignadas dentro de la corporación, superando en número a las demás fuerzas ciudadanas; a esos áulicos, cuotas de las republiquetas que controlan los bandidos a los que ha empoderado el régimen en estos dos años de fechorías, se sumarían sus habituales cómplices, los progresistas, los verdes desviados, los del pacto y demás yerbas del pantano que comen de la corrupción de este gobierno mafioso.

¿Y quién puede avalar o darle aprobación, tanto al desafuero de la constituyente como al del desequilibrio representativo?

La cosa pasa por varios frentes: Ya he dicho que el Ministerio del Interior y el de Justicia son los encargados del montaje.

El método lo padecimos otrora, el por entonces inexistente fast track, con el que Santos se robó en el Congreso de la República las aprobaciones necesarias para suscribir el nefasto proceso de paz en La Habana, es la ruta que piensan revivir, con cualquier otro nombre, los que tienen el plan de asaltar la democracia.

Recordemos que fue Juan Fernando Cristo, ministro del Tartufo, el ejecutor de semejante orangután, el dispensador de las protervas dádivas entregadas en el prostíbulo del Congreso nacional para aprobar el robispicio.

No necesito explicarlo en detalle; basta con comprar al deshonesto Congreso; el asunto más álgido es que, a partir del próximo semestre y en lo corrido de 2025, se darán tres cambios de magistrados en la corte constitucional, que sumados a los alfiles que ya tiene dentro de esa alta corte, le permitirán a Petro alcanzar la mayoría de respaldos con los que ahí sí, sin más ataduras, el dictador abrirá la caja de Pandora, disfrazado de demócrata con las costuras jurídicas que le confeccionará el fallo de la Corte.

Lo vengo sosteniendo y lo sigo reiterando, el tiempo de pensar en vanidades personales para adelantar candidaturas políticas pone en evidencia la ingenuidad o tal vez, la ceguera descomunal de los que se están postulando abierta o disfrazadamente a un proceso que, así como van las cosas, no ocurrirá: las elecciones libres en 2026.

Una vez la constituyente concluya, Petro con sus mayorías, quedará atornillado al poder mediante la ampliación de su mandato y el establecimiento de su reelección indefinida: ya lo hicieron Castro, Chávez, Maduro, Ortega, Kirshner y lo está desarrollando Petro.

El plato que nos comeremos los colombianos ya se está cocinando. Que nadie diga que no se dieron los avisos y las señales.

Como si estuviera viendo el iceberg que hundió al Titanic solo una última cosa me queda por decir: mientras tenga vida no habrá un día de descanso para los políticos que por dinero, los empresarios que por ambición y los jueces que por cobardía o perversión ideológica son cómplices del jefe de la mafia, Petro.

Si es lo último que nos queda, que sea una tarea de todos.

¡Para los vendepatria ni perdón ni olvido!

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