Analistas 10/06/2022

¿Conocemos el valor del esfuerzo?

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking

Tal parece que los problemas que comúnmente encontramos en las organizaciones familiares, se ven reflejadas en nuestra sociedad, la cual enfrenta una gran crisis de confusión, incertidumbre y miedo ante el tan aclamado y necesario cambio, que hoy pone en la cuerda floja la libertad, entre ellas, la de la iniciativa privada, si la balanza se inclina hacia la propuesta socialista.

La iniciativa privada es un gran motor para nuestra economía, pues quien genera empresa otorga empleo y el empleo trae prosperidad y desarrollo a la sociedad. No podemos pensar en un modelo económico sustentable desconociendo las nefastas experiencias de otros países que han migrado a sistemas de gobierno que prometen programas insostenibles desde todo punto de vista y que terminan por extinguir la generación de empresa y con ello tirar al traste las cifras positivas que poco a poco con esfuerzo el este sector a ayudado a mejorar.

Todos estamos a favor del cambio, pues el actual sistema de gobierno aunque -a todas luces es imperfecto- nos ha permitido a los jóvenes estudiar, emprender, crear empresa, generar empleo y ayudar a evolucionar como sociedad. No se trata solo de elegir un sistema o un gobernante, es elegir también la libertad de la iniciativa privada.

En Colombia no es necesario ser millonario para acceder a la educación, solo basta una buena dosis de ganas y las oportunidades se van presentando. ¿Cuántas universidades hoy están vacías en Venezuela y otros países? Vacías, porque no hay docentes o les pagan poco, porque muchos han tenido que migrar a trabajar en otros oficios menos calificados a otros países y porque tristemente la juventud no quiere estudiar.

Bajo estos modelos fracasados estudiar no es una motivación para el joven, pues ¿de qué sirven los títulos y los cartones universitarios si no hay empresas donde trabajar? si la posibilidad que hay de emprender es nula. Recordemos que si hay iniciativa privada, hay empresa por tanto desarrollo social. Algo tan simple, tan básico y tan sostenible.

Llevo algunos años asesorando organizaciones en nuestro país, emprendiendo y ayudando a emprender y la verdad es que se puede, eso si, con ganas y creatividad, pero ¡se puede!. Es difícil ¡sí! Y es por eso que merecemos un cambio pero no a costa de la iniciativa privada.

Todo esto que está pasando, me hace recordar que a lo largo de lo años nos lo ha adviertido un proverbio que dice: padre rico, hijo flojo, nieto pobre. Si esto lo trasladamos a nuestra sociedad podríamos comprender algunas de las razones por las cuales los jóvenes están tan atraídos por el socialismo.

Hoy no se profundiza en conocer aspectos claves sobre economía e historia. Esa profunda atracción a su vez es fruto del desconocimiento de lo que ha sucedido en países que han aplicado tal modelo. Nuestros jóvenes no han vivido el socialismo desde adentro y tampoco de lejos. Difícilmente encontraremos a un joven de Europa del Este o Venezuela creyente del sistema socialista porque ya lo vivieron/padecieron desde un modelo fracasado, que en el papel y en el discurso genera un enganche visceral y enceguecedor en la juventud colombiana.

Esto ocurre generacionalmente en las familias y hoy es reflejo de nuestra sociedad: el abuelo que con pocos recursos y mucho esfuerzo logró crear empresa, el padre que creció viendo el ejemplo y el sacrificio de sus padres y que luchan por mantener el legado pero que a su vez quieren sobre proteger a sus hijos para que no pasen las mismas necesidades, nietos que crecen teniéndolo todo, que no conocen el valor del esfuerzo y que además no se sienten merecedores de tenerlo, entonces quieren que su riqueza se reparta de cualquier manera y al final del ciclo… ¡arranque de cero!. ¿Queremos que Colombia arranque de cero? Que el esfuerzo de nuestros padres y abuelos se reparta entre unos pocos que no la lucharon?

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