Es urgente enfocar el discurso
Creo poder decir sin temor a equivocarme que el gobierno del presidente Petro es el peor gobierno de la historia de Colombia, y que debe estar en el top tres o cuatro dentro del ranking de los peores gobiernos de la historia de Latinoamérica. El gobierno de Petro no tiene un solo logro relevante para mostrarle a su electorado. Pero a pesar del desastre que ha demostrado ser este gobierno, la popularidad de Gustavo Petro se mantiene entre 30% y 40%, dependiendo de la encuesta que uno mire. Esa realidad es increíble, y absolutamente preocupante.
Seguramente hay muchas razones detrás de la resiliencia de la popularidad de Petro. Pero en mi opinión, la principal razón por la cual no cae la popularidad por debajo de ese 30% se debe al altísimo nivel de resentimiento que sigue existiendo dentro la sociedad colombiana. Es muy triste, pero lo de Colombia hoy me recuerda a Venezuela hace un par de décadas. Recuerdo como si fuera ayer que hace como 20 años estaba en mi oficina de Nueva York viendo NTN 24 por YouTube, en la época en que Hugo Chávez decidió censurar a ese canal opositor. En ese entonces RCN decidió transmitir su señal por YouTube para que los venezolanos pudieran seguir viendo la programación. Durante la transmisión de ese día la reportera le preguntó a una señora de unos 45 años que qué pensaba sobre que le tocara hacer tantas horas de cola para comprar la harina que necesitaba para cocinar las arepas que le iba a dar a su familia. La señora contestó, textualmente, lo siguiente: “pues a mí no me importa hacer cola porque sé que a los sifrinos de Las Mercedes también les está tocando hacer cola, entonces pues no me importa”.
Años después en Ciudad de México tomé un Uber rumbo a una conferencia que tenía en Polanco. Era la época en que López Obrador acababa de ganar las elecciones y había convocado un referendo popular para decidir si se continuaba la obra del aeropuerto de Texcoco, el que hubiera sido el más moderno de Norteamérica -vale recordar que Amlo canceló la obra a pesar de que ya tenía un 30% de avance. El hombre me dijo que iba a votar en contra del proyecto porque Amlo le había dicho al pueblo que ese era el voto lógico. Traté de explicarle que tener un aeropuerto moderno le iba a ayudar a México a incrementar exponencialmente la entrada de turistas, y con eso, el trabajo que él, como chofer de Uber, iba a recibir. Le dije que seguramente se incrementaría su ingreso si llegaban más turistas. Acto seguido el chofer del Uber me dijo lo siguiente: “señor, es claro que usted está mucho más enterado que yo sobre el proyecto del aeropuerto. Pero ustedes los de la élite se llevan equivocando por 200 años, ya es hora de que nosotros los pobres nos equivoquemos, estamos hartos de que ustedes decidan por nosotros”.
Desafortunadamente, somos una región que tiene una incidencia muy alta de resentimiento y es muy poco probable que vayamos a poder cambiar esta realidad antes de las elecciones de 2026. Por lo tanto, lo único que podemos hacer los antipetristas, si queremos salvar al país, es recuperar ese voto de centro que se fue con Petro en el 2022 porque “no tenemos nada que perder”. Pero ese grupo de personas sí ha perdido mucho desde 2022, especialmente el acceso a una salud digna y a tener la posibilidad de pasearse por el país o las ciudades sin tener miedo a que algo malo les pase a ellos o a sus familias.
Por lo tanto, el antipetrismo tiene que enfocarse en asegurarse que ese voto se embolate. Y para lograr eso tenemos que proyectar un mensaje, un programa de gobierno, MUY sencillo. Mi propuesta es que el mensaje sea el de (1) recuperar el acceso a una salud digna, (2) recuperar la seguridad física incrementando la moral y el presupuesto de la fuerza pública, y (3) impulsar la minería y la explotación petrolera para así recuperar las cuentas públicas y el crecimiento de la inversión. Nada más y nada menos. Corto, al punto, y, lo más importante, UNIDOS bajo una candidatura de coalición. Ojo con 2026. O nos unimos o nos hundimos.