Tragedia de tragedias
Hace unas semanas muchos opinadores en Colombia aplaudieron la decisión de la Corte Suprema de Justicia de dejar libre al narco terrorista alias Jesús Santrich, porque tocaba respetarle sus “derechos”. Obviamente el narco ese terminó volándose, y es obvio que ese señor jamás pagará por sus crímenes. No hay trinos del “decente” Gustavo Bolívar condenando la actitud de este narco. Tampoco hay trinos del presidente Juan Manuel Santos al respecto. Lo que sí hay por estos días es una cantidad extrema de trinos celebrando esta nueva etapa en la que ha entrado la tragedia del exministro Andrés Felipe Arias.
Una precisión, porque muchos no han entendido: Andrés Felipe Arias no está pidiendo que lo absuelvan, lo único que pide es que un tribunal decente, y no el Cartel de la Toga, lo juzgue. Arias está tan seguro de su inocencia que lo único que pide es que no lo juzgue la mafia en una eventual segunda instancia. Pero volvamos a repasar lo básico, lo más triste de toda esta historia: si Arias no hubiera tomado la pésima decisión de jugársela por el país, y de esa forma caer en las manos de esta mafia que se adueñó de la “justicia” en Colombia, Arias muy seguramente hoy sería el director de estrategia mundial de Goldman Sachs en Nueva York, ganándose, por lo menos, unos US$4 millones al año.
Es importante recordar que, según la fiscalía de Montealegre, aquella que decía que prefería ver a Timochenko sentado en el Congreso que echando bala en el monte, el crimen de Andrés Arias fue haber contratado un programa de riego con el IICA sin haber convocado previa licitación. Para los que no saben, el IICA es la OEA. Si, así como lo leen, la Organización de Estados Americanos. Para la Fiscalía, que el Ministerio de Agricultura hubiera firmado 131 contratos de asesoría con el IICA en el pasado, sin previa licitación, era una “minucia” que no daba espacio para darle la razón a la defensa de Arias, la cual argumentaba que el exministro simplemente siguió prácticas previamente establecidas dentro del Ministerio. Para la Fiscalía de Montealegre y para el Cartel de la Toga, únicamente el contrato firmado por Arias con el IICA fue criminal. El resto, todos NO licitados, pues esos sí estuvieron bien…
El otro cargo es que supuestamente Arias robó para ayudarle a unas familias adineradas. Según la prensa mal intencionada, la idea era que Arias le daba plata a los Dávila y los Dávila le donaban a su campaña para la Presidencia. Pues resulta que esas familias que recibieron los subsidios no le donaron dinero a la campaña de Arias. ¿Quién dijo? Pues la misma Fiscalía, que lo acusó de peculado a favor de terceros, pero no puede probar que ese peculado se filtró en la campaña. Es más, durante el juicio quedó completamente claro que el señor Dávila no conocía al exministro Arias cuando le fueron adjudicados los subsidios. Déjeme repetirlo para que quede muy claro: a Arias se le acusa de robar a favor de unos terceros que él ni siquiera conocía.
No soy amigo de Andrés Arias. Lo he visto dos veces en mi vida. Pero me duele su tragedia, una que solo ha sido posible debido a la existencia de una justicia politizada y una prensa esquizofrénica, una que defiende la impunidad para el terrorismo de las Farc pero que exige que metan preso a un tecnócrata inocente, y que sea por 17 años. Cero cárcel para secuestradores y asesinos, y 17 años para un colombiano honesto que no se robó un solo peso del erario. Así estamos.