Xi Jinping, ¿la reencarnación de Deng Xiaoping?
Confieso que no me esperaba nada del “plenum” que acaba de suceder en Beijing para decidir cómo será la hoja de ruta de China para los próximos años. Aunque confieso que no soy ningún experto en cuanto a los pormenores de la política de la China, no me esperaba nada, pues pensé que el Líder Supremo Xi Jinping aún se estaba acostumbrando al juego del poder en un país que tiene un sistema político tan críptico como el de la China. Me imaginé que Xi Jinping iba a decidir no meterse con los intereses de tanto grupo de interés dentro del Politburó a estas alturas de su mandato. Pues resulta que me equivoqué, y el hecho de que yo me haya equivocado en mis expectativas sobre lo que iba a salir de esta reunión es una súper noticia para el mundo.
El documento oficial que salió del “Plenum” de Beijing incluye cambios violentos en áreas fundamentales de la cosa pública como, por ejemplo: (1) darle más espacio de “decisión” a las fuerzas del mercado, (2) relajar la regla de control de natalidad de un solo hijo por pareja a dos si alguno de los padres fue hijo único, (3) la eliminación de los campos represivos de “reeducación vía empleo,” (4) implementación de reformas importantes en la legislación de impuestos, (5) implementación de reglas pro-mercado en la tenencia de tierras, y (6) cambiar las reglas de juego para las compañías estatales.
Como implicaba antes, llevar a cabo estos cambios fundamentales implicará que Xi Jinping se va a tener que enfrentar con muchísimos grupos de influencia dentro de China que quieren mantener el statu-quo o que quieren bajarle la velocidad a la implementación de cambios estructurales en la economía. La decisión de darle más espacio de “decisión” al mercado no es solo semántica. La reforma de 1993 había decidido que el mercado iba a tener una influencia “básica” en la economía y las decisiones de la cosa pública, pero la palabra “decisión” es muchísimo más potente que la palabra “básica”, e implica que, por ejemplo, el gobierno de China a futuro se tendrá que alejar de manipular las tasas de interés de ahorro, el costo del capital para las empresas del sector público, o a manipular el valor del Yuan.
Por el lado de las empresas del estado, la idea a futuro del gobierno de Xi Jinping parece ser la de seguir los pasos que tomó Singapur en este frente, donde las empresas estatales fueron consolidadas bajo el manto de una holding financiera -la famosa Tamasek-cuyo objetivo siempre fue el de optimizar el rendimiento financiero de estas empresas. Mejor dicho, ante la imposibilidad política de privatizar las empresas estatales, el gobierno de China trabajará a mayor velocidad para despolitizar las empresas estatales y de esa forma lograr que la productividad y la viabilidad financiera de éstas se asegure. Quizás más relevante aún, las reformas de Xi Jinping abren el espacio para que el sector privado local y extranjero comiencen a competir en condiciones de igualdad en los sectores que se habían mantenido protegidos para asegurar la supervivencia de estas empresas. Claramente, la intención de estos cambios es la de darle espacio a la “destrucción creativa” de que haga su muy necesaria labor (exacto, gestionar la quiebra de las empresas improductivas).
Hace unos años tuve la muy grata oportunidad de compartir una comida con el nobel Robert Mundell a mi lado. En algún momento de la noche Mundell me preguntó que quien era el personaje más relevante de la historia del mundo. Mis respuestas incluyeron desde Aristóteles hasta Winston Churchill. “No, Alberto”, me contestó Mundell: “Deng Xiaoping, porque no existe nadie en la historia que haya tenido la capacidad de sacar a 600 millones de personas de la pobreza en apenas un par de décadas.” Veremos si Xi llega a ser el nuevo Deng. Ojalá, por el bien de la humanidad.
Nota: A los del “mi aporte es creer:” implicar que es un invento que las Farc quieran matar a Uribe y al Fiscal General no le ayuda a la “paz.” Excusar las barbaridades de esos maniáticos que están sentados en La Habana solo genera más odio y más violencia futura. ¡Piensen!