La innovación para alcanzar sostenibilidad
Desde hace más de 200 años el modelo económico del mundo ha sido lineal: extraer, fabricar, usar y desechar. Una manera de producir que sin duda trajo consigo crecimiento económico, mayor intercambio comercial y más flujo de bienes y servicios, pero también trajo consecuencias que hicieron evidente que la explotación y utilización de recursos naturales tiene un límite.
Hoy los empresarios nos enfrentamos a un gran reto: seguir siendo productivos teniendo en cuenta que el modelo que apliquemos debe considerar la innovación y la sostenibilidad si queremos que exista un largo plazo en las industrias que lideramos, y un futuro para la sociedad de la cual también hacemos parte.
En este sentido, la economía circular ha resurgido como una alternativa de modelo económico para lograr un cambio de dirección. Este es un sistema que permite involucrar la innovación y cerrar el ciclo de producción para que la sostenibilidad se convierta en un eslabón más de la cadena.
Ese es el objetivo de la economía circular: desacoplar el crecimiento económico del aumento en el consumo de recursos finitos. Aunque el modelo no es nuevo, la idea de introducirlo en la cotidianidad y en la “manera de hacer las cosas” dentro de una compañía, sí lo es.
Según el estudio “Growth within: A circular economy vision for a competitive Europe”, si en Europa se implementaran políticas de economía circular, el continente podría estar ahorrando cerca de 1,8 trillones de euros para el año 2030, a la vez que las emisiones de CO2 se reducirán en 48%. Estas esperanzadoras cifras hacen que se plantee un gran interrogante: ¿cómo innovar para que el desarrollo sea realmente sostenible?
Basf, como empresa de más de 150 años de historia que está presente en todos los sectores de la economía, ha entendido la necesaria implementación de la economía circular y por ello ha incorporado, desde sus inicios, el concepto en cada uno de sus procesos. Desde el comienzo de la operación, las plantas han sido concebidas para integrar las unidades productivas haciendo uso de los residuos y desperdicio de una unidad como materia prima de otra.
Solo en 2017 se lograron ahorros de 300 millones de euros en energía, 600 millones de euros en logística y 100 millones de euros en infraestructura.
La experiencia nos ha mostrado que uno de los primeros pasos para generar un impacto positivo es crear conciencia sobre los beneficios que tiene la implementación del modelo en toda la cadena productiva, el cual debe partir desde el diseño del producto, pasar por la selección y administración de las materias primas, hasta la disposición de los residuos o desechos.
Esta premisa marca el deber ser de los procesos productivos y no debería ser exclusiva para grandes empresas. Ser conscientes de esta realidad nos permitirá contar con aliados que le apunten a minimizar el impacto ambiental y que al tiempo estén generando ahorro en sus gastos, así como opciones de negocio a largo plazo.