El liderazgo de Carlo Ancelotti
Llegando esta semana a Italia, después de disfrutar un auténtico café expreso, cremoso, concentrado, amargo, fui a una de mis librerías favoritas en búsqueda de novedades literarias. En la sección de deportes, me llamó la atención la carátula del libro del entrenador Carlo Ancelotti quien escribió, ‘El Líder Calmo’, un libro que desde hace tiempo tenía en mi lista de libros por leer. De hecho, la carrera de Ancelotti ha sido ejemplar. Ha entrenado a los equipos más grandes de Europa, desde el Milan (donde duró un récord de ocho años) hasta el Real Madrid, pasando por el Paris Saint Germain, el Bayern de Munich y el Everton.
Hoy, el legendario presidente Florentino Pérez, lo volvió a llamar al Bernabéu. Entre las lecciones que Ancelotti comparte en su libro, hay una, en particular, que es fundamental: cómo manejar el talento de alto rendimiento. Después de todo, el talento es una parte fundamental del éxito. La guerra por la adquisición del talento no solamente marca a la competición deportiva, sino también la vida de las empresas; es más, decide su destino. Esto es aún más importante hoy en la realidad compleja y volátil en la cual vivimos. Si es verdad que no hay juego sin jugadores, podríamos también decir que no hay empresa exitosa sin un equipo de alto rendimiento.
Por eso, lo esencial para Carlo Ancelotti es construir una relación personal de confianza y respeto con cada uno de los jugadores. Un talento antes de ser un gran profesional, es una persona humana. Conocer y conectarse con la esencia de una persona, para Ancelotti, precede a la importancia de su rol y de la responsabilidad que un jugador aporta a un equipo.
Al conocer a un nuevo jugador, y al asegurarse de que haya alineación de valor y de cultura organizacional, Ancelotti siempre le pregunta a un nuevo jugador “¿quién eres?,” antes de concentrarse en su talento técnico. Es este conocimiento lo que le permite construir una base de confianza que también se alimenta en la escucha y la cocreación con el mismo jugador. Cuenta Carlo Ancelotti que, cuando llegó James Rodríguez al Real Madrid, le propuso a Cristiano Ronaldo cambiar de posición. El talento portugues le dijo a Ancelotti que no estaba de acuerdo, que prefería jugar más externo para tener una visión más amplia del juego e interceptar más fácilmente oportunidades para marcar.
Con humildad, Ancelotti aceptó la opinión de Ronaldo. “¿Quién era yo para decirle no? No quería cambiarle la posición, ¿cómo puedes cambiar de posición a alguien que hace un promedio de sesenta goles por temporada?”, reflexiona Ancelotti, quien, para su equipo, encontró otra solución, regalándonos así otra gran lección; entrenar a grandes talentos es un asunto de refinamiento y no de grandes cambios. Se trata de una mejora estratégica y no técnica. Porque un verdadero líder no se dedica a controlar a un talento, sino a darle la información necesaria para que pueda lograr el máximo rendimiento. Lo demás ya es responsabilidad del talento mismo. Por eso, para Ancelotti, la calma (que es confianza) está en la base de la conexión y de la creatividad.