Excelencia en tiempos de crisis
Durante algún tiempo he venido acompañando en un proceso de coaching ejecutivo a un gerente de una empresa multinacional en los Estados Unidos. Su currículum profesional es de un alto perfil. Pero, como suele pasar, su inteligencia es proporcional a su sombra. Por eso, es el peor enemigo de sí mismo. No es que su actitud y su forma de liderar le impida el éxito, pero, como él mismo admitió cuando me buscó, era consciente de que no lograría desarrollar todo su potencial. Las ambiciosas metas que se había propuesto requerían un salto de consciencia. Este gerente no me buscó porque tenía un problema. Eligió un proceso de coaching por qué tenía sed de más. Lo motivó un deseo de excelencia.
Lo que más me impresiona de este gerente es su compromiso y la vulnerabilidad con la cual se presenta a las sesiones. De hecho, su compromiso no es conmigo, sino con sigo mismo. Es consciente de que el camino cierto para mejorar como líder es trabajar a través de su sombra; allá están también todos los recursos y toda la información para un salto de consciencia. Por eso, diseñé para él un proceso muy estructurado. Nos alejamos de su entorno diario y estuvimos encerrados por dos días, analizando los resultados de varias pruebas. Diseñamos un programa individual de desarrollo de liderazgo, con metas clara para cada trimestre.
De vez en cuando nos reunimos en su casa y por los menos cada día tenemos una conversación online muy franca. No todas estas sesiones son fáciles, sobre todo cuando aparece su sombra y se lo hago notar. Son aquellos momentos en los que experimenta su mayor progreso. Después de dos semanas recibí una llamada de unos de sus ejecutivos.
Me quería contar los cambios radicales que había notado en su jefe y de cómo cambió el clima de trabajo. Varias relaciones se sanaron. No faltaron los momentos de conmoción y de lágrimas. En mi cliente no bajó la ambición, ni el ser exigente con los resultados. Pero sí cambió su consciencia y hoy lidera desde la calma, la conexión, y la creatividad.
Pensé en este ejemplo al leer en estos días un artículo que el cirujano Atul Gawande, quien es profesor de la escuela de medicina de Harvard, escribió para el New Yorker. El cirujano resalta la renuencia general que los cirujanos tienen a que otra persona observe su trabajo. “Los seres humanos resisten la exposición y la crítica; nuestros cerebros están bien defendidos”. Finalmente, notando que los artistas y deportistas de alto rendimiento están todos acompañados por un entrenador, Gawande decidió invertir en un coach. Como dice Eric Schmidt, que fue el CEO de Google, “todos necesitan un coach”; todos los que tiene sed de excelencia.
En estos momentos de dificultad que enfrentamos por la pandemia del coronavirus, la pregunta que tengo para ti es, “¿Qué sistema de responsabilidad tienes implementado para ayudarte a alcanzar la excelencia de liderazgo?”. Porque hoy necesitamos excelencia en liderazgo para salir bien de esta crisis.