¿Qué pasaría si adoptamos a la empatía como una actitud de vida, y hasta una manera de liderar y de hacer negocios? La empatía es percibida muchas veces como una expresión gaseosa. Resulta difícil imaginar algunos sectores del mercado, como el financiero o las casas farmacéuticas capaces de empatía. Existe el mito de que empatía y rentabilidad no pueden ir de la mano. Pero aún, en un mundo volátil, incierto y complejo como en el que vivimos, la empatía se presenta como un valor heurístico.
Pero, ¿qué es la empatía? Hace dos décadas, cuando por primera vez viajé a Palermo, en Italia, para entender el fenómeno de la antimafia, recuerdo que una tarde me encontré en un café con una mujer, que era hermana de uno de los mafiosos más poderosos de la ciudad. Esta mujer, cansada de la cadena de asesinatos y muertes que su familia había padecido, un día decidió ir donde un fiscal y denunciar a su propio hermano. Durante el famoso gran proceso en contra de la Cosa Nostra, a mitad de los años ochenta, se volvió uno de los testigos más importantes para que la justicia italiana pudiera penetrar los secretos de la mafia siciliana. De esta manera, esta mujer se volvió un extraordinario símbolo de coraje y de rebelión en contra de la Mafia.
Para mí era la primera vez que tenía la oportunidad de hablar con un miembro de una familia mafiosa. Escuchar su historia, abrir mi mente y mi corazón a la complejidad de su experiencia, no solo me permitió conectarme con esta mujer, sino empezar a entender los contradictorios códigos de la Cosa Nostra. La empatía permite familiarizarnos con una experiencia que es ajena a nosotros mismos.
Es decir, la empatía nos permite dejar de asumir, o hasta juzgar, y de esta manera comprender situaciones complejas. Nos permite dejar a un lado nuestros prejuicios y percepciones, que son necesariamente parciales, para tener una comprensión más precisa y cercana a la realidad, de la condición del otro. De esta manera, la empatía se convierte en una metodología para tener más información lo que, a su vez, nos permite tomar mejores decisiones, adecuar y hasta crear nuevos productos y servicios. Es de esta manera que la empatía deja de ser un concepto gaseoso y revela su valor heurístico, es decir, una herramienta para conocer, comprender, crear.
La filósofa Edith Stein, autora de un ensayo sobre la empatía, la considera como un prerrequisito para el conocimiento de otros y de nosotros mismos. Es decir, la empatía hacia el otro resulta ser también un espejo donde podemos ver reflejadas nuestras miradas, valores, prácticas. Podemos de esta manera hasta reconocer nuestra insuficiencia y remediarla, con consecuentes beneficios para nuestra marca y rentabilidad. Hoy la empatía no está en contradicción con los negocios, sino que se puede volver un pilar fundamental hasta para la rentabilidad.