¿Es conveniente para una empresa contratar a un coach ejecutivo? En una encuesta que estoy coordinando por cuenta del Centro de Liderazgo de la Universidad del Cesa, le he preguntado a cincuenta gerentes generales de las mayores y más exitosas empresas de Colombia si estaban acompañados por un coach ejecutivo. Solo 30% ha contestado de manera afirmativa.
Este dato no se diferencia de otros países, como Estados Unidos, donde dos tercios de los CEO no tienen el acompañamiento de un coach ejecutivo. Al mismo tiempo, un informe de la universidad de Stanford resalta que casi la totalidad de los gerentes seleccionados para su estudio quisieran tener un coach ejecutivo. Además, de acuerdo con la American Management Association, las empresas que invierten en coaching reportan una rentabilidad de la inversión siete veces mayor a la inversión inicial.
Una cuarta parte de las empresas en la encuesta reportó un retorno de la inversión de 10 a 40 veces la inversión inicial.
Un gerente general de una de las más prestigiosas empresas del país me dijo que el coaching ejecutivo es un pilar fundamental en los programas de desarrollo de liderazgo de la empresa. El gerente mismo lleva diez años trabajando con un coach. “He ganado mayor nivel de consciencia sobre el impacto que tengo sobre los demás y he aprendido a tener más manejo de este impacto”, me dijo este gerente, y agregó, “mi coach me ha hecho ver una cantidad de cosas de las que yo no era consciente y me ha enseñado a cómo trabajar en mí mismo para mejorar esas debilidades”. De hecho, quizás uno de los aportes más grandes que un coach le hace a un ejecutivo es el obtener perspectiva. Por eso, como una vez me dijo Tony Robbins, utilizando la metáfora deportiva, un coach excelente es alguien que observa el desempeño del cliente desde los latelares y señala cosas que quizás el cliente no nota, ya que está involucrado en el juego.
Sin embargo, hoy en día la sola mirada al comportamiento y a las habilidades tradicionales del liderazgo son insuficientes para un coaching ejecutivo efectivo. Garantizar un alto rendimiento constante en un contexto cada vez más incierto, volátil, complejo, y ambiguo, requiere también consolidar y expandir el “núcleo interno” del ejecutivo, o sea el crecimiento de su mente, la dimensión vertical del liderazgo.
De hecho, el alto rendimiento, además de las competencias profesionales, refleja la calidad de su autoimagen, de sus emociones, sus pensamientos, sus convicciones, sus valores y sus tendencias comportamentales. Como lo dice mi amigo y socio John Mattone, quien fue el coach de Steve Jobs, es la madurez del núcleo interno lo que determina la calidad con las cuales un líder empresarial emplea las habilidades de liderazgo, como la toma de decisiones, el manejo de conflicto, la formación de equipos y la comunicación efectiva. En otras palabras, es la calidad del núcleo interno lo que determina la calidad del alto rendimiento. El fomentar esta madurez y calidad es lo hace que el trabajo de un coach ejecutivo pueda ser relevante para un gerente.