En 1906, el científico Francis Galton, interesado en el estudio del comportamiento humano, descubrió algo extraordinario en un contexto muy poco científico, una feria de ganado en Inglaterra. El descubrimiento puso en entredicho algunas de sus convicciones, como el principio de que la mejor manera para asegurar la estabilidad era asignarle el poder a una pequeña elite. Pero la observación que Galton hizo en la feria de ganado lo convenció de que su elitismo era poco sabio. En cambio, descubrió el poder de los grupos y de la multitud.
Una de las atracciones en la feria de ganado era un concurso para adivinar el peso de un buey vivo. Los asistentes compraban boletos en los que anotaban sus predicciones. Galton se propuso demostrar que el asistente promedio estaría lejos de adivinar el peso del buey. Para su sorpresa, después de seguir y promediar las predicciones para obtener una estimación del consenso de la multitud, descubrió que la multitud había estimado el peso del buey casi a la perfección. James Surowiecki, que cuenta el descubrimiento de Galton en su libro La Sabiduría de las Multitudes, concluye que: “en las circunstancias adecuadas, los grupos son muy inteligentes y, a menudo, más inteligentes que las personas más inteligentes dentro de ellos”. De hecho, hoy está demostrado, que grupos de personas sobresalen en las decisiones que tienen que ver con problemas cognitivos, problemas de coordinación y problemas de cooperación. Dicho de otra manera, los equipos de alto rendimiento logran mucho más que un simple grupo de individuos que persiguen sus propios fines. Efectivamente, la inteligencia colectiva permite a las personas comunes lograr resultados extraordinarios.
Por eso, tiene que ser prioritario para quienes están en la alta gerencia enfocarse en la formación de equipos, antes que en la solución de los problemas. La preocupación constante de un líder empresarial tiene que ser el asegurarse de que tiene los equipos adecuados para enfrentar a los problemas. No se puede hacer nada sin un buen equipo. Después de todo, ya Charles Darwin había observado en su libro El Origen del Hombre, que: “una tribu que incluye muchos miembros que siempre estaban dispuestos a ayudarse unos a otros y a sacrificarse por el bien común, saldría victoriosa sobre la mayoría de las otras tribus”.
De los varios ejemplos que he conocido en Colombia, la empresa de ropa Mattelsa, es un ejemplo extraordinario de cómo equipos de alto rendimiento logran la excelencia. De hecho, la formación de equipos de alto rendimiento es la piedra angular de Mattelsa y de su éxito empresarial. De manera consciente, esta empresa, creada y liderada por “millennials”, se concibe y se organiza como una tribu que vive y se alimenta de una cultura organizacional compartida, cuyo resultado es la excelencia de los equipos. Me atrevo a decir que el éxito de Mattelsa no es tanto el producto de unas inteligencias individuales superiores (que también hay) sino de una inteligencia colectiva.