Analistas 21/05/2022

Una decisión fundamental

Aldo Civico
Antropólogo y estratega de liderazgo

Quizás has escuchado aquel antiguo cuento sobre un campesino que encontró en una trocha un huevo de águila y lo puso en el nido de una gallina en el patio trasero. El huevo de águila eclosionó al igual que los de la gallina.

El águila creció con los pollos. Toda su vida, el águila hizo lo que hicieron los pollos del patio trasero, pensando que era uno de ellos. Rasgó la tierra en busca de gusanos e insectos. Agitaba sus alas y volaba unos pocos metros. Pasaron los años y el águila se hizo muy vieja. Un día vio a un magnífico pájaro muy por encima de él en el cielo sin nubes.

Se deslizaba en majestuosa elegancia entre las poderosas corrientes de viento con apenas un batir de sus fuertes alas doradas. La vieja águila miró con asombro. “¿Quién es ese?” Preguntó. “Ese es el águila, el rey de las aves”, dijo su vecino. “Él pertenece al cielo, nosotros pertenecemos a la tierra, somos gallinas”. Así que el águila vivió y murió como una gallina, porque eso es lo que él creía que era. Un final triste, y aún más triste, es que este puede ser nuestro propio destino.

Cuando escuché este cuento por primera vez, me impactó bastante. Me hizo recordar un periodo de mi vida cuando mi mayor preocupación era complacer a los demás, sobre todo a las personas que eran importantes en mi vida. Estaba preocupado por proyectar y defender una imagen, que era de perfección. Me creaba ansiedad, miedo, y preocupación, la idea que personas que me estimaban o querían pudieran conocer con mis fallas.

El miedo más profundo que tenía en aquel periodo de mi vida era el rechazo. Hoy reconozco que esta fue una etapa en la que permití que mi Yo Falso, es decir, mi ego y sus miedos, liderara mi existencia en lugar de vivir con valentía, permitiendo a mí Yo Auténtico venir a la luz, fortalecerse, manifestarse.

Entonces, cuando escuché aquella historia, tomé una gran decisión dentro de mí: la determinación de no seguir viviendo como una gallina, y deshacerme de mi Yo Falso. Porque sabía que, dentro de mí, como dentro de cada uno de nosotros, vive un águila, y quería que pudiera desplegar sus alas, volar alto, y manifestar todo su poder; no somos seres limitados, sino seres ilimitados, es decir, quería escribir un final distinto a la historia.

Uno donde, el águila de repente despierta su identidad auténtica, su esencia, dejando así de ser una gallina y viviendo cómo un águila, liderando su vida desde su autenticidad.

Quizás para poder hacer eso, como yo tuve que hacerlo, hay que trascender traumas emocionales, hay que desarrollar habilidades, hay que encontrar un propósito de vida que nos inspire y nos motive. Hay trabajo por hacer y es un trabajo fascinante.

No es un ejercicio sin dolores, pero no hay espinas sin rosas. De hecho, hay una gran recompensa para los que hacen el trabajo y esta recompensa es la plenitud, es brillar desde tu esencia.

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