Fútbol, más que un juego
A menudo se cuestiona el impacto del fútbol en el desarrollo de un país. En tiempos difíciles, se suele escuchar que el fútbol es solo “pan y circo”. Sin embargo, esta perspectiva subestima su verdadero valor. En Colombia, el fútbol ha trascendido su naturaleza deportiva para convertirse en una industria significativa.
Ejemplo de ello es la inversión en este deporte, la cual ha crecido desde diversos frentes. En una conversación con Alex Mejía, capitán del Deportivo Cali y figura destacada en la época dorada del Atlético Nacional, me confirmó que ha visto la evolución durante sus más de 20 años de trayectoria, destacando el aumento de los recursos disponibles y profesionalismo a todo nivel.
El fútbol también cumple un rol fundamental en la generación de empleo. Los equipos profesionales no solo se componen de jugadores y un entrenador, sino que incluyen a un equipo multidisciplinario de profesionales en áreas como psicología, nutrición, y administración, así como divisiones inferiores cada vez más preparadas. Según el informe de SuperSociedades de 2023 sobre el comportamiento financiero de los clubes de fútbol colombianos en 2022, “se evidencia un balance positivo con un aumento de 34,5% en ingresos ordinarios y utilidades de $70.000 millones, gracias a derechos de televisión, taquillas, patrocinios, entre otros”.
Asimismo, Colombia se posiciona como el tercer mayor exportador de futbolistas en Sudamérica, detrás de Brasil y Argentina, y el séptimo a nivel mundial, con 433 profesionales jugando en el extranjero, según el Cies Football Observatory. El fútbol, indudablemente, es un pilar para la economía y la cultura del país.
El ámbito semiprofesional y aficionado también desempeña un papel crucial en Colombia, especialmente en Bogotá, donde hay de más 260 escuelas de fútbol registradas ante el Instituto de Recreación y Deporte, que acogen y forman a nuestros niños y adolescentes; y son solo una parte de las más de 1.000 que existen en todo el país.
Son muchas las industrias nacionales que se ven favorecidas por el fútbol, entre ellas: el turismo, los gastrobares, la hostelería, los electrodomésticos y las cadenas de televisión por cable. En el sector de la moda específicamente, cada vez más marcas encuentran en el fútbol una fuente significativa de ingresos a través de la venta de camisetas, uniformes, guayos, guantes y otros artículos relacionados con el deporte.
Más allá de su impacto económico, el fútbol contribuye de manera significativa al desarrollo social del país, trascendiendo su naturaleza de juego o deporte para convertirse en una industria que beneficia a toda la sociedad.
En definitiva, el fútbol en Colombia es mucho más que entretenimiento; es un motor de desarrollo económico, social y cultural. Subestimar su impacto es ignorar la capacidad que tiene para transformar vidas y comunidades. El crecimiento de esta industria no solo se refleja en cifras económicas, sino en la generación de empleo, la formación de jóvenes y el fortalecimiento del tejido social. Cada gol, cada partido, cada entrenamiento es una pieza más en el vasto rompecabezas del progreso. Por tanto, apoyar y fomentar el fútbol no solo es un acto de amor por el deporte, sino una inversión estratégica en el futuro del país. Así, el balón sigue rodando, llevando consigo los sueños y esperanzas de millones de colombianos.