Hacia un libre mercado humanista
Durante las últimas semanas, Colombia se ha sumado a un fenómeno global de malestar social que hace unos meses lo veíamos con preocupación, pero que en cierta forma era ajeno a nuestra realidad. Algunos no imaginábamos que en las principales ciudades del país ocurrieran hechos similares a lo acontecido en Francia con los chalecos amarillos, las protestas en España, o las manifestaciones en Chile, que dejaron 34 muertos entre octubre de 2019 y marzo de 2020, entre otros ejemplos.
La situación en cada país es diferente; sin embargo, en todos los casos la sociedad clama para superar un panorama generalizado de injusticia e inequidad en medio de un sistema que, con sus limitaciones y defectos, ha demostrado ser un generador de enorme bienestar social: el capitalismo. Si bien las personas, las familias y las organizaciones se han beneficiado de un modelo económico de libre mercado que promueve y respeta la libertad, base de la dignidad humana, y que ha generado riqueza y prosperidad, una muy alta proporción de esa riqueza se ha concentrado en pocos actores. Los mismos plutócratas son conscientes de esta realidad. Nick Hanauer ya en 2014 advertía que, si no se implementaban acciones correctivas, “vendrían las masas como en tiempo de María Antonieta a sacarnos con horcas de nuestros palacios”.
La problemática no solo es económica sino también social. El profesor y filósofo político estadounidense Michael Sandel afirma en su más reciente obra, La tiranía del mérito, que el olvido del bien común y las externalidades que trae la meritocracia han causado humillación en las bases. En este sentido, Estados Unidos también padece una crisis social caracterizada por la ausencia de oportunidades para gran parte de su población. Una de las cifras preocupantes en este país es que solo un tercio de la población accede a la universidad y que quienes ejercen los cargos más altos en las tres ramas del poder estudiaron en las mejores universidades del mundo.
En Colombia, la lucha por el bienestar y los privilegios también resulta compleja no solo por el narcotráfico y los grupos armados al margen de la ley. Algunos estudios evidencian que a muchas familias les tomará el paso de nueve generaciones salir de la pobreza que hoy enfrentan. Es muy probable que la gratuidad del punto de partida que la vida nos ha ofrecido, muchas veces incluso más que el mérito personal, ha determinado el éxito de nuestras vidas.
Líderes, pensadores y académicos han coincidido en que es necesaria una visión de libre mercado humanista: ¡el capitalismo consciente! El capitalismo ha demostrado sus bondades a través de la historia, pero no podemos, como afirma el reconocido emprendedor social filipino, Tony Meloto “dejar al pobre atrás ni en el olvido”.
Vivimos un momento histórico: la empresa es la institución que, en gran medida, dirige el rumbo de la sociedad, tal como hace cientos de años la Iglesia y la universidad eran la voz y el referente. La empresa es hoy en día la institución social de mayor poder de influencia y transformación. Quienes las dirigimos tenemos una gran responsabilidad.
En ese sentido, sembrar equidad no solo significa pagar salarios justos y respetar los horarios para fomentar el equilibrio de del ámbito laboral con la vida personal y familiar; esos son tal vez los mínimos éticos. Una visión magnánima de nuestras organizaciones y de nosotros mismos nos debe llevar a entender que el liderazgo debe enfocarse en el desarrollo humano integral, el cual cubra todas las dimensiones de la persona. Es pues el momento de ponernos: ¡manos a la obra!