2026: mucho trabajo
martes, 16 de diciembre de 2025
Alejandro Vera Sandoval
El año entrante por ser electoral viene cargado de mucha incertidumbre que dificulta la lectura económica. No obstante, los principales analistas del país siguen realizando sus estimaciones sobre las principales variables de la economía nacional.
En materia de crecimiento económico, Colombia alcanzaría el 3% real en 2026, pese a que tendría menos viento de cola, pues la economía norteamericana y la china se desacelerarían frente a 2025. Aunque la proyección local es buena, esta vendrá impulsada por el consumo interno, que crecería el 4% real, gracias tanto al privado como al público, este último empujado en plena época electoral. La inversión se expandiría al 2% real, pero seguiría lejos de las cifras del 20% del PIB. Esto se explicaría por la contracción esperada del valor agregado del sector minero-energético, y el crecimiento de menos de 2% de la industria, la construcción y la infraestructura.
En el frente laboral, las noticias también serían positivas, pues la tasa de desempleo se mantendría cerca del 9% promedio a nivel nacional, pero habría dos riesgos para gestionar. Por un lado, hay que revisar los efectos que está teniendo el creciente número de inactivos sobre la economía. Y, por otro lado, se debe volver a incluir en la narrativa el verdadero problema, la creciente informalidad que muestran las cifras, donde cada vez más personas ganan menos que el salario mínimo.
Los niveles de inversión sobre el PIB mencionados antes encierran una problemática, pues parecería que el ritmo proyectado de expansión económica se acercaría al nivel potencial, con lo cual se empezaría a hablar de los efectos inflacionarios del crecimiento. Ante ello, el Banco de la República podría empezar a apretar pronto su política monetaria.
En efecto, para lograr que la inflación cierre en el 4% (o cerca de allí) al final de 2026, la probabilidad de nuevas reducciones en la tasa de interés de referencia cae, y más bien los analistas empiezan a proyectar escenarios de mantenimiento del nivel actual o incluso de dos o tres subidas durante el año 2026.
En el frente externo, el déficit de cuenta corriente cerraría cerca del 3% del PIB en 2026. Pese a la persistencia del déficit comercial, las remesas de los trabajadores en el exterior con un crecimiento moderado y manteniendo niveles de US$13.000 millones lo compensarían. Dichas remesas tendrían efectos sobre el crecimiento y la dinámica del mercado laboral en algunas zonas del país.
Finalmente, el déficit fiscal del país cerraría entre el 6,5% y el 7% de PIB en 2026, en una seguidilla de años con umbrales tan altos como los de la Pandemia, que son insostenibles. Aquí el próximo gobierno tiene la tarea de un gran ajuste. Este requerirá obviamente algunos cambios en materia tributaria que solo tendrán legitimidad si se hacen luego de un recorte de entre $30 y $60 billones de gasto público (dependiendo del analista que se lea).
La tarea fiscal es una de las prioritarias del próximo gobierno. Pero a esta hay que sumar el arreglo de las crisis de seguridad, salud y energía, sin olvidar la promoción de las exportaciones no tradicionales, fenómeno que ha quedado camuflado por las grandes cifras de remesas que llegan al país. Es mucho trabajo porque no se trata solo de solucionar lo que se deterioró en el último cuatrienio, sino de volver a avanzar en la gran agenda de retos que ya había en el año 2022.