Analistas 12/04/2022

Construir sobre lo construido

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

La reducción del déficit habitacional ha sido uno de los grandes progresos del país en los últimos treinta años, beneficiando a millones de hogares que hoy pueden tener un techo digno donde vivir. Las cifras así lo demuestran. El déficit cuantitativo de vivienda, aquella proporción de hogares que vivía en hacinamiento o en sitios con falencia estructural, cayó de 13,3% en la década de los 90 hasta 8% en 2020. De igual forma, el déficit cualitativo, vivienda sin conexión a servicios públicos o construida con materiales no permanentes, se redujo casi a la mitad, de 40% del total de hogares en los 90 a 23,4% en 2020.

Esta buena tendencia se confirma con cifras recientes del sector. Por ejemplo, el número de viviendas nuevas vendidas creció a 9% promedio anual en la última década, pasado de 118.000 en 2013 a cerca de 230.000 en 2021, según La Galería Inmobiliaria. Asimismo, las cifras de la Superfinanciera muestran que el número de los desembolsos hipotecarios creció a 8% promedio anual en los últimos diez años, casi que duplicándose, pues cerca de 100.000 hogares recibieron financiación para adquirir su vivienda en 2011 y, en 2021, se acercaron a 200.000. Esto hizo que el saldo de crédito hipotecario se incrementara de 3,5% del PIB en 2011 a casi 8% en 2021.

Una de las principales razones que explica este sobresaliente desempeño es la continuidad de una política pública que ha mostrado ser exitosa, que ha trascendido los gobiernos, y que se ha logrado en coordinación entre el sector público, el privado y el sistema financiero, con desarrollos operativos que hoy hacen fácil para los hogares el acceso a los subsidios públicos.

En efecto, desde hace muchos años la política pública de vivienda ha buscado que cada vez más hogares colombianos puedan adquirir vivienda a través, primero, de un enfoque de subsidios a la tasa de interés de los créditos hipotecarios (Frech), luego con programas de vivienda gratis y, posteriormente, con la creación del programa Mi Casa Ya, que combina subsidios de tasa de interés y a la cuota inicial. Más recientemente, el fortalecimiento de Mi Casa Ya y la concurrencia de los diferentes subsidios del sector (locales y de Cajas de Compensación) ha fortalecido esta política y la ha enfocado en los hogares de más bajos ingresos.

Pero esto no significa que no haya retos en los que trabajar. En el futuro será esencial, por ejemplo, volver institucional esta política pública de subsidio a la vivienda, enfocada en la Vivienda de Interés Social (VIS), garantizándole continuidad y recursos permanentes, lograr una mayor disponibilidad de suelo urbanizable en varias ciudades, elevar la productividad de muchos de los jugadores del sector incluyendo estrategias de sostenibilidad, y alcanzar la digitalización de todo el proceso de compraventa de vivienda, incluyendo la inscripción en las oficinas de Registro.

Para lograrlo, se debe construir sobre lo ya construido en las últimas décadas. Invisibilizar los avances logrados solo hace que olvidemos las lecciones aprendidas de todo lo hecho que es lo que nos ha permitido tener buenos resultados. Por ello, son esos millones de hogares, que se han beneficiado para adquirir su vivienda, los que deberían ser la primera línea de defensa contra las ideas que quieren resetear todo en el país. Preservar y mejorar lo que ya funciona es indispensable para progresar.

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