Analistas

Corto vs. largo plazo

Alejandro Vera Sandoval

La economía colombiana creció 3,6% real en el tercer trimestre de este año, según el Dane. Esta cifra es positiva y permitiría un crecimiento más cercano al 3% para todo el año 2025, luego de los mediocres registros de 2023 y 2024. No obstante, cuando se revisan los indicadores sectoriales y de demanda se encuentran comportamientos que crean una disyuntiva entre el corto plazo y lo que queremos como país en una década.

En efecto, por el lado de la demanda, el PIB del tercer trimestre fue impulsado principalmente por la expansión del consumo interno. El de los hogares creció 4,2% real y el del gobierno lo hizo al 14,2% y entre los dos contribuyeron con el 75% del total del crecimiento del último trimestre, descontando las importaciones.

A nivel sectorial, el crecimiento fue impulsado por los buenos números de la administración pública (8%), el entretenimiento (5,7%) y el comercio (5,6%), las contrapartes del incremento del consumo. Además, el gran resultado del café (9,8%), dados los altos precios internacionales, y la expansión de la industria manufacturera (4,1%), impulsada en un 30% por los sectores que dependen de la demanda interna (alimentos y bebidas), ayudaron al buen desempeño del tercer trimestre.

Las cifras evidencian que el favorable desempeño de la economía está asociado a un crecimiento importante del consumo. Claramente, esto se debe a los ingresos que están generando la actividad estatal (subsidios y contratos), el impulso de las actividades informales, la bonanza de commodities por los altos precios externos y las remesas de los trabajadores en el exterior. El problema es que al menos dos de estas fuentes de ingresos son transitorios.

En cambio, los sectores que pueden apalancar el crecimiento de largo plazo se encuentran en recesión o se expanden a tasas mediocres. Por el lado de la demanda, la inversión en capital fijo creció al 2,2% real en el tercer trimestre de 2025 y sigue por debajo del 18% del PIB. Sectorialmente, la construcción total se contrajo al 1,5% y el sector minero-energético cae a tasas de 5,7%. Incluso, sectores industriales conexos a la construcción y los vehículos retroceden a tasas cercanas al 2,4% real.

Estos malos resultados muestran que, una vez pase la burbuja de consumo, la economía nacional tendría muy poca fuerza para mantenerse creciendo cerca de los niveles actuales. Ello afectaría la generación de mano de obra formal y, lo que es peor, nos mantendría en niveles de crecimiento potencial bajo, obligando al banco central a intervenir por presiones en los precios a tasas de expansión económica tan bajas como el 3% real.

Lo que parece bueno en el corto plazo podría no serlo en el mediano o largo plazo. Mantener el crecimiento impulsado por loterías que no se controlan, como los precios internacionales de las materia primas o las remesas, o girando cheques sin fondo fiscal solo aplaza los problemas para los siguientes años.

En vez de seguir incurriendo en gastos que pagarán nuestros hijos y nietos, algo que ya estamos haciendo a nivel pensional y laboral, deberíamos pensar en cómo impulsar los sectores estratégicos de la economía. Un ejercicio de planeación como país, decidiendo cuáles son los sectores clave en que debemos trabajar en la siguiente década, sumado a una estrategia transversal de reducción de sobrecostos para la actividad local, sería el primer paso en la dirección correcta.

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