Crecer más y por más tiempo
En el pasado he mencionado que una de las frases que más me impactó de la famosa ‘Pelota de Letras’ de Andrés López fue que dijera, en medio del tono humorístico, que los hijos y nietos se consideraban de mejor estrato social que sus padres. Y es que, en un país con crecimiento económico por décadas, esto es absolutamente cierto.
En otras situaciones, también he escuchado a analistas y participantes del debate público nacional decir que ese crecimiento económico hay que distribuirlo entre toda la población. Y más allá de considerar que para poder distribuir la riqueza primero hay que generarla, el concepto de crecimiento vuelve y aparece recurrentemente en los medios y en los diferentes debates del país.
Historias de crecimiento económico conocemos varias en el último siglo. Posterior a la segunda guerra mundial fue Japón, que perdió en esa confrontación, un ejemplo de crecimiento económico y mayor bienestar de su población, entre 1950 y 1960. Luego aparecieron los llamados “tigres asiáticos” (Corea de Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán) con crecimientos cercanos a 6% en promedio, que permitieron duplicar el ingreso per cápita de su población cada 12 años entre 1970 y 1990. Más recientemente, China, que tuvo crecimientos sostenidos promedios de 8% entre 1980 y 2019, pudo duplicar el ingreso de su población cada nueve años.
En América Latina, la historia ha sido más heterogénea. Si bien hay casos exitosos, como Chile y más recientemente Perú, con crecimientos promedio de 4% a 5%, logrando duplicar su ingreso cada 14 a 17 años, también ha ocurrido el otro lado de la moneda con Argentina, que pasó de ser uno de los 20 países más ricos del mundo a comienzos del siglo XX a tener varios descalabros económicos en las décadas recientes.
Finalmente, Colombia ha tenido un crecimiento económico per cápita promedio de 2,5% (3,5% de crecimiento económico total - 1% de crecimiento poblacional) en las últimas décadas, logrando duplicar su ingreso cada 28 años, una velocidad inferior a la de los referentes asiáticos y algunos pares regionales.
La historia de los países exitosos y la recurrencia del concepto de crecimiento económico en los debates llevan a pensar que una de las políticas más importantes para un gobierno es lograr que su país crezca a tasas sostenidas y altas porque eso eleva el ingreso de la población, permite redistribuir la riqueza generada hacia aquellos que tienen menos oportunidades y saca a millones de la pobreza, mostrando no solo ser la mejor política económica sino también social.
En nuestro caso, en el corto plazo, como ya he dicho, es necesario un paquete contracíclico que se concentre en la facilitación de instrumentos crediticios y en sectores con alta generación de empleo como la construcción. En el mediano plazo, la política pública debe enfocarse en avanzar en materia de infraestructura, para reducir los costos de transporte, en la diversificación exportadora (con una tasa de cambio por encima de $4.000) promoviendo el desarrollo sectorial y territorial, y en proyectos de transición energética donde el país puede ser competitivo en medio de una creciente demanda. Todo ello, manteniendo la estabilidad macroeconómica y con un fortalecimiento de la seguridad.
Si todos echamos para el mismo lado, será el éxito de Colombia. La meta debe ser crecer por lo menos a 4% real en la próxima década y erradicar la pobreza extrema.