¿Empezando a surtir efecto?
En Colombia, la inflación total descendió al 12,36% anual al cierre de mayo de 2023, según reveló recientemente el Dane. Gran parte de este descenso fue consecuencia de la reducción en los precios de los alimentos que solo en mayo cayeron 0,85% mensual. Por su parte, la inflación sin alimentos (básica) pareciera haber reducido su ritmo de crecimiento, pasando de 10,4% anual en enero a 11,51% en abril y 11,59% en mayo, y la sin alimentos ni regulados habría tocado techo en abril.
Recordemos que la inflación es el impuesto más regresivo de todos porque afecta directamente en mayor medida a las personas de bajos ingresos, que no pueden sustituir fácilmente su patrón de consumo. Por ello, los diseñadores de la política económica ponen tanto énfasis en su control.
En nuestro país, el Banco de la República ha hecho decididamente su tarea elevando su tasa de interés de referencia del 1,75% en septiembre de 2021 a 13,25% en mayo de 2023, y aunque ya se empiezan a ver efectos en la reducción de los excesos de demanda (menor consumo privado) pareciera que tendremos un comportamiento “pegajoso” (descenso lento) de la inflación durante el resto del año, sobretodo descontando el comportamiento de los alimentos.
Hay varios factores encontrados que explican este comportamiento. A la baja, aparece la reducción de los precios de los alimentos por efecto estadístico y normalización de los ciclos productivos, las reducciones en los costos de los fletes internacionales (reflejadas en la variación del IPP que pasó de 34,6% hace un año a -1,4% en mayo de 2023), la reciente apreciación cambiaria, la política monetaria y su efecto en la reducción del consumo, y las mejores condiciones climáticas recientes.
Al alza, no se puede olvidar que el clima puede empeorar por el fenómeno del Niño que irrumpiría en el segundo semestre, el crecimiento sostenido de los servicios, y el mayor precio de los regulados, afectados por la política energética y el alza del salario mínimo al comienzo del año.
En América Latina, países como Brasil, Chile y Perú ya han visto reducciones en sus niveles de inflación y todos ellos empezaron su endurecimiento monetario antes que nosotros. Por esto, la proyección del consenso de analistas es que en nuestro caso también veremos el mismo comportamiento a medida que transcurran los meses. No obstante, el lento descenso obligará a mantener por más tiempo la tasa de interés de referencia en los niveles actuales. Los pronósticos de gran parte de los jugadores del mercado ya muestran que solo hasta bien al final de este año o incluso a inicios del próximo podremos ver el inicio de un ciclo a la baja en materia de tasas de interés.
Esto sin duda afectará el crecimiento. Pero no podemos caer en discusiones de disyuntivas como las que a veces se ven en el debate público. La realidad es que es el país no podía seguir creciendo más allá de 7% real por mucho más tiempo. Su estructura productiva actual no lo dejaría sin incrementos sustanciales en los precios. Por ello, si queremos un crecimiento verdaderamente sostenible en los próximos años, que apuntale una nueva senda de logros sociales, como los vistos antes de la pandemia, lo primero debe ser la reducción de la inflación a niveles bajos y estables para garantizar el poder adquisitivo de los hogares, luego vendrá lo demás.