Según el World Economic Outlook (WEO) lanzado en las recientes reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, la economía global se desaceleraría de 3,4% real en 2022 a 2,8% en 2023.
Las razones para esto pasarían por la persistencia del conflicto entre Rusia y Ucrania, la lenta reacomodación de las cadenas globales de valor luego de la pandemia y la lucha contra la inflación, especialmente de los países del hemisferio occidental, que mantiene altas las tasas de interés frente a años anteriores.
Todo esto en un ambiente de precios altos de los commodities, donde el petróleo se mantendría por encima de los US$85/barril, y presiones geopolíticas crecientes.
Estados Unidos pasaría de crecer a 2,1% en 2022 hacia 1,6% en 2023. En la economía más grande del mundo, pese a las recientes preocupaciones por algunos bancos locales y de nichos específicos (que parecen acotadas), el desempleo se mantiene contenido (3,5% en marzo de 2023) y la lucha contra la inflación estaría dando sus frutos, al disminuir en un mes de 6% a 5%, y esto reduciría la probabilidad de grandes incrementos adicionales de la tasa de referencia de la Fed (que actualmente está en el rango 4,75%-5%). Con ello, los mercados son un poco más optimistas que a principios de año.
La zona Euro crecería a 0,8% en 2023 (vs. 3,5% en 2022). Los europeos siguen recibiendo las consecuencias de la persistente guerra entre Rusia y Ucrania y sus efectos sobre los precios de los combustibles en medio de la temporada invernal.
En cambio, al este las cosas pintan mucho mejor. La India se desaceleraría, pero muy levemente (de 6,8% en 2022 hacia 5,9% en 2023) y China elevaría su ritmo de crecimiento de 3% en 2022 a 5,2% en 2023. En el caso chino, en el corto plazo, el levantamiento de las restricciones sanitarias, que se derivaban la política covid-cero, ayudarán en el desempeño económico de este año.
En el mediano plazo varios hechos posicionan a estos dos gigantes como grandes jalonadores de la economía mundial. Por un lado, la India tendría grandes ventajas en su crecimiento poblacional, que mantiene los costos laborales unitarios bajos, en las apuestas por el software y la provisión de servicios y en que su idioma sea el inglés. Por el lado chino, su posicionamiento geopolítico evidenciado en la situación de Taiwán, en la recientemente organizada reunión entre Arabia Saudita e Irán (dos “enconados” rivales) para garantizar darle prelación al comercio, y en la cercana relación con Rusia, le permiten afianzar su ya ganada influencia económica.
Finalmente, en América Latina el crecimiento se frenaría fuertemente de 4% en 2022 a 1,6% en 2023. Este promedio regional esconde grandes problemas, como en Bolivia y Argentina, o mejores resultados, como el caso mexicano favorecido por la tendencia de nearshoring.
En medio de este panorama, Colombia mantiene su debate en temas eminentemente locales como la Paz Total, Venezuela o las reformas de la Administración Petro. No obstante, muy pronto tendrá que entrar al debate nacional un plan contracíclico que contrarreste la actual desaceleración como ya lo he mencionado. Y, en el mediano plazo, deberemos recordar que no estamos solos en el mundo y que es indispensable debatir como subirnos de verdad a las locomotoras del este para que su impulso nos ayude en nuestro desarrollo sectorial y podamos volver a crecer por encima de 4% real.