Analistas

Muchas reformas, mismo recaudo

Alejandro Vera Sandoval

Una de las razones del abultado déficit, que llevó a la suspensión de la Regla Fiscal, es el bajo nivel de recaudación tributaria del país. Esta ha sido una discusión histórica en Colombia, pues siempre hemos apuntado a niveles de recaudo que se acercan a los de nuestros pares regionales (alrededor de 18%-20% de PIB), pero la realidad es que no avanzamos.

De hecho, pese a nuestra costumbre de hacer reformas cada 18-24 meses, la presión tributaria del país se mantuvo muy similar en los últimos diez años. En efecto, luego de al menos cinco reformas tributarias (2014, 2016, 2019, 2021, 2022), los ingresos pasaron de 14,2% del PIB en 2014 a solo 14,4% en 2024.

Sin embargo, la composición si cambió. Por ejemplo, el recaudo por impuesto de renta subió de 6,6% del PIB en 2014 a 7,5% en 2024. En cambio, el de IVA interno cayó de 3,5% del PIB a 3,1% en el mismo periodo. El de 4x1.000 se mantuvo alrededor de 0,8% del PIB y el de impuesto al patrimonio cayó 0,4 puntos del PIB en la última década.

Esta nueva composición deja espacio para soluciones estructurales que deben ser prioridad para volver a poner la casa en orden. Dichas soluciones podrían enfocarse en los dos impuestos más grandes y apalancarse en los múltiples estudios que existen al respecto, incluidos los de la comisión de expertos tributarios que trabajó hace algunos años.

En el caso del IVA, los estudios muestran un espacio de hasta dos puntos del PIB de mayor recaudo potencial. Pese a que luego del estallido social de 2021 hablar de este impuesto se volvió difícil, la realidad es que aquí es donde mayor espacio hay. Se trata de acercarse a 8,6% del PIB recaudado por Chile en IVA con una tarifa de 19%, es decir, una eficiencia de 45% (8,6%/19%), cuando Colombia apenas llega a 5% del PIB (sumando interno y externo) con el mismo 19%, una eficiencia de 26%. Esto se puede lograr con una expansión de la base gravable, lo que significa eliminar muchas de las exenciones sin necesidad de tocar la canasta básica y, además, con una generalización de las tarifas hacia 19%.

En el caso del impuesto de renta, el espacio es menor dados los avances recientes, pero podría alcanzarse hasta 1% del PIB adicional en recaudo. Si bien algunas de las últimas reformas han buscado reducir la concentración de este impuesto en las empresas elevando el pago de las personas (guiándonos al promedio internacional), lo cierto es que hemos llegado a una situación donde pocos (4.000 empresas y cuatro millones de personas) pagan mucho. Por ello, aquí el recaudo potencial podría provenir más de reducir algunas exenciones empresariales y ampliar la base de contribuyentes que deberían pagar, lo que en cualquier caso significaría buscar una mayor formalización empresarial y laboral.

Y esto último combina con el mayor recaudo posible a través de la reducción de la evasión. En efecto, la formalización de la economía y la mejor gestión de la Dian ayudarían a que se pueda recibir más de aquellos que ya tributan, pero menos de lo que deberían, o de los que no tributan nada y están obligados a hacerlo.

Una de las vías para volver a poner las finanzas públicas en orden es a través de medidas efectivas que, de verdad, generen mayores ingresos tributarios. Para ello es clave traer de nuevo la discusión de los impuestos al consumo, como el IVA, y tomar medidas que incentiven la formalización de la economía y no al revés.

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