Tribuna Empresarial

Monserrate, tradición que se renueva

Alejandro Zambrano

Bogotá está llena de símbolos que cuentan su historia, pero pocos despiertan tanto sentido de pertenencia como Monserrate. Desde hace casi un siglo, el cerro es un punto de encuentro espiritual, turístico y emocional para millones de personas. Y en el corazón de esa experiencia está el funicular, una obra de ingeniería que se ha convertido en parte del patrimonio afectivo de los bogotanos.

Hoy, este sistema emblemático inicia una nueva etapa con su modernización integral, liderada por Doppelmayr. El proyecto contempla la renovación completa de los componentes principales (motor, reductor, frenos, cable tractor y sistema de control), además de la incorporación de tecnología de última generación que permitirá mejorar la eficiencia energética y la confiabilidad operacional. La intervención tiene un propósito claro: conservar la esencia del funicular, pero adaptarlo a los estándares internacionales.

Esta modernización es también una muestra de cómo la innovación puede convivir con la tradición. Durante décadas, el funicular ha sido una de las formas más icónicas de ascender a Monserrate y cada mejora que se realice debe ser fiel a esa herencia. Por eso, el proyecto fue concebido con un enfoque de respeto patrimonial: las actualizaciones técnicas se hacen sin alterar el carácter histórico del sistema, preservando la experiencia que los visitantes asocian con la montaña. Se trata, en esencia, de garantizar que lo que ha funcionado durante más de 90 años siga funcionando, pero mejor, para las generaciones futuras.

En un contexto urbano como el de Bogotá, donde los retos de movilidad son cada vez más complejos, este tipo de iniciativas también envían un mensaje poderoso. Hablan de una ciudad que no solo construye nuevas infraestructuras, sino que cuida las que ya tiene; que entiende que la sostenibilidad no se logra únicamente con grandes obras, sino con la preservación inteligente de lo existente. Modernizar el funicular es un ejemplo concreto de cómo la movilidad puede ser más humana, eficiente y respetuosa con el entorno natural. Cada mejora en seguridad, cada reducción en consumo energético, es también una contribución a una Bogotá más verde y responsable.

Siempre he creído que los proyectos verdaderamente significativos son aquellos que dejan una huella duradera en la vida de las personas. Por eso, esta modernización no es solo una obra técnica: es una promesa de continuidad; es asegurar que cada viaje a Monserrate siga siendo tan confiable como inspirador, y que quienes suban en los próximos años lo hagan con la misma emoción, pero con la tranquilidad de saber que viajan en un sistema más seguro, moderno y sostenible.

El reto no termina con la inauguración; empieza ahí. Mantener viva la confianza ciudadana requiere constancia, rigor y compromiso. Cada componente que se moderniza, cada decisión técnica que se toma, tiene como objetivo fortalecer ese lazo entre la ciudad y su montaña. Porque cuando una cabina asciende hacia el cielo de Bogotá, también se eleva la idea de que el progreso puede ser respetuoso, silencioso y, sobre todo, duradero.

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