Un año para mirar desde arriba
miércoles, 17 de diciembre de 2025
Alejandro Zambrano
En movilidad por cable, 2025 fue un año de avances tangibles, aprendizajes profundos y señales claras de que el país está listo para dar un salto hacia soluciones más sostenibles, eficientes y humanas. Mirar el territorio desde las cabinas de nuestros sistemas no solo ofrece una vista distinta de la ciudad, ofrece una perspectiva distinta sobre su futuro.
En San Cristóbal, el progreso fue más que técnico, avanzamos en un proyecto que no solo conectará una zona históricamente aislada, sino que comenzó a transformar la manera en que la ciudad se relaciona con sus cerros. Las obras del cable, recientemente reconocidas internacionalmente por ONU Hábitat, demuestran que la movilidad puede ser también política pública de equidad.
Además, este año consolidó lo que ya es un referente nacional e internacional, un teleférico que no se limita a mover personas, sino que transforma territorios. El proyecto comenzó a cambiar rutinas, percepciones y expectativas. El reconocimiento global del sistema confirmó que San Cristóbal está mostrando al mundo que los cables pueden ser herramientas de equidad, sostenibilidad y orgullo urbano.
En Potosí, este año también ha sido de grandes hitos: estamos preparando la cancha para comenzar las obras y más temprano que tarde, el trabajo articulado va a seguir mostrando que los cables no son un “modo alternativo”, sino una solución real para regiones con geografía desafiante y un profundo déficit de acceso.
Este también fue el año de una decisión histórica para Monserrate: iniciar la modernización integral de su funicular, un icono que forma parte de la identidad bogotana. La actualización del motor, los sistemas de control, los frenos y el cable tractor no solo garantizan seguridad y confiabilidad; también reafirma la importancia de conservar el patrimonio de la ciudad sin renunciar a la innovación. Modernizar Monserrate es un mensaje poderoso, tradición y tecnología pueden ascender juntas.
Pero quizá el aprendizaje más valioso vino de comprender los retos estructurales que persisten. En el Congreso de la Cámara Colombiana de la Infraestructura vimos que Colombia tiene un potencial inmenso, pero la expansión del transporte por cable depende de algo más que ingeniería. Requiere visión política, coordinación institucional y modelos de financiación que entiendan que este modo de transporte es, ante todo, un impulsor del desarrollo regional.
El país tiene hoy oportunidades reales en Bogotá, Cali, Medellín, Pereira, Manizales y La Calera, entre muchos otros territorios donde los cables pueden convertirse en verdaderos corredores de competitividad, turismo, integración y calidad de vida. Son ciudades y municipios que entienden que la movilidad del futuro debe ser sostenible, eléctrica, de bajo impacto, capaz de adaptarse a la geografía y respetar el medio ambiente.
Este año que termina nos deja una certeza: cuando Colombia se eleva, el panorama cambia. El 2026 se acerca con la posibilidad de hacer realidad esa visión. La ingeniería está lista. Las comunidades lo necesitan. Y las ciudades han empezado a ver el cable no como un experimento, sino como un instrumento de progreso. Desde Doppelmayr, sin duda, queremos seguir siendo parte de ese proceso que necesita el país.