“Evasión o Victoria” es el título en español de una película de 1981 que trata sobre un equipo de fútbol conformado por prisioneros de guerra aliados que, durante la Segunda Guerra Mundial, deben jugar un partido de exhibición contra un equipo alemán, en la París ocupada por los nazis, como parte de la propaganda del Tercer Reich. El partido transcurre en medio de varios incidentes favorables para el equipo alemán que en la primera parte gana de forma abrumadora, gracias a la complicidad del árbitro. Sin embargo, durante el descanso, transcurre en el vestuario la escena crucial, cuando los miembros del equipo aliado renuncian a su plan de fuga que tenían organizada para ese momento y se conjuran para continuar jugando y remontar el resultado adverso. Finalmente, llega la victoria gracias a la intervención del portero, Silvester Stallone, quien en el último minuto y con el partido empatado, salva un tiro de penal y evita así el triunfo del equipo nazi, en medio de la alegría de todos.
El título y el argumento de la película pueden servir para entender mejor la situación que muchos de nosotros estamos viviendo, confinados en nuestras propias casas o apartamentos. Deberíamos preguntarnos: ¿qué prefiero, “evasión”, huyendo de la propia casa para calmar la ansiedad, o “victoria”, soportando con serenidad y entereza el encerramiento mientras dure la cuarentena? La respuesta la da Pelé, que interpreta en la película a la figura futbolística del equipo aliado, cuando le dice a uno de sus compañeros, partidario de continuar con el plan de fuga en solitario: “si te vas ahora perderemos algo más importante que un partido”.
La única arma que tenemos para ganar este partido es la cooperación de cada uno. Este partido no se puede ganar solo. O todos ganamos, o todos perdemos. No hay otra opción. Por eso, ahora, más que nunca, debemos ser responsables con cada decisión, pues las consecuencias afectan a todos los que nos rodean. Ahora, más que nunca, estamos interconectados. Ahora, más que nunca, dependemos de los demás. Pero los demás son desconocidos. Por eso, ahora, más que nunca, necesitamos de la confianza en los demás. Ya no es suficiente con cuidar a los de la propia familia, a los amigos y conocidos. Esta nueva situación implica cuidar a todos los que nos rodean, también a los que no conocemos. Tal vez por eso, ahora, más que nunca, debemos sacar nuestra mejor versión y pensar en los demás al realizar las pequeñas actividades de la vida cotidiana: al comprar en el supermercado sin dejarnos llevar por el pánico a la escasez, siendo pacientes y manteniendo el buen ánimo en la vida en familia, agradeciendo lo que tenemos y no quejándonos por lo que no tenemos, cumpliendo un horario y no dejándonos llevar por la inercia de la inactividad. Esto no es un ¡sálvese quién pueda! Jugamos en un equipo y, como en la película, de nuestras decisiones depende que salgan adelante todos. Ahora, más que nunca, lo que importa es el bien común.
A nuestro alrededor ya hay muchas personas que han perdido lo que tenían porque no pueden trabajar o se quedaron sin empleo. Una manera de ser solidario es ayudar a que la pandemia dure lo menos posible y, para eso, es necesario permanecer en casa. Si pedimos responsabilidad a las autoridades o al gobierno, debemos comenzar por cada uno, dando buen ejemplo. ¡Cuídate y cuida a los que te rodean!