Desventajas de trabajar sin horario
Al poco tiempo de graduarme de la universidad, durante mi primer empleo, me quedaba con alguna frecuencia trabajando hasta tarde en la oficina. Pensaba que era parte de lo que esperaban de mí: mostrar mi compromiso trabajando de sol a sol. Un día, todos se habían ido a sus casas y yo era el único que seguía trabajando, en la penumbra, frente al computador. Para mi sorpresa, apareció de repente el director general y me vio en medio de papeles e informes. ¡Genial! - pensé -, así, no solo mis jefes directos y mis compañeros serán conscientes de mi compromiso, sino que el propio CEO de la organización va a ser testigo directo de todo lo que me estoy esforzando…
Sin embargo, las cosas no pasaron como yo esperaba. Efectivamente, el director general se acercó intrigado, a preguntarme qué estaba haciendo a esas horas. Después de explicarle que debía terminar un “importante” informe que no admitía espera, me dijo: “si no eres capaz de hacer tu trabajo en el horario previsto, es mejor que te busques otro empleo”. Al escuchar su comentario, sentí como si me echaran encima un balde de agua fría. Todo el entusiasmo y compromiso que sentía por mi trabajo se convirtió de repente en zozobra y desazón. Todavía recuerdo que regresé a mi casa dándole vueltas a lo que acababa de suceder.
Después, entendí que mi jefe tenía razón: trabajar fuera del horario es un desorden. Las compañías deberían impedir que se extendiera la jornada laboral más allá de lo establecido con el fin de eliminar los desbalances que afectan el desarrollo dentro de la organización, y que, además, reducen la competitividad y restan la efectividad en el largo plazo.
Desafortunadamente, en muchas organizaciones, se ha tejido un peligroso sistema laboral en el que los empleados, movidos por un profundo pero equivocado sentido del deber, miden su nivel de productividad en función del número de horas trabajadas. El problema no es la cultura de trabajar duro, sino la necesidad de aparentar que lo estás haciendo. En realidad, trabajar horas de más solo produce una competencia absurda entre personas que no tienen más compromiso que ellos mismos. Para empeorar la situación, con la consolidación del teletrabajo, motivado por la pandemia, no solo se rompieron las estructuras laborales, sino que se pasó por encima de los horarios de la gente, y ahora son muchos más los que no se desconectan de la oficina y trabajan sin horario.
¿Se imaginan cómo sería el ambiente en una compañía que no permita alargar un minuto la jornada laboral? Creo que todos serían más productivos, se aprovecharía más el tiempo y desaparecerían las competencias por ver quién es el que se queda hasta más tarde.
Un horario de trabajo definido es, además, un elemento clave para motivar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en la empresa. Cuando termina el horario de trabajo somos libres para invertir ese tiempo, sin culpabilidades, en lo que consideremos más conveniente: deporte y aficiones, vida social, tareas domésticas, cuidado de los hijos o cualquier otra cosa.
Por todo eso, es necesario que los directivos lideren con su ejemplo para que se cumpla el horario y se premien los comportamientos congruentes con el rendimiento, esfuerzo y compromiso verdadero. De esta forma, se genera un clima de sana competencia; pero, sobre todo, los empleados se sentirán valorados y respetados.