Analistas 29/02/2020

Elogio a la feminidad

Alfonso Aza Jácome
Profesor de Inalde Business School

En la película The wife, Glenn Close interpreta a una esposa, de belleza madura y natural, inteligente y serena, la mujer y esposa perfecta. Pero lo cierto es que lleva cuarenta años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener viva la llama de su matrimonio con su esposo, recientemente distinguido con el Premio Nobel de Literatura. El “personaje” es él, pero la protagonista es ella. Y esa película me pareció una metáfora perfecta del papel de la mujer en la vida y también en el trabajo.

Sin ánimo de generalizar, creo que las mujeres son más generosas y desinteresadas. O al menos, eso he comprobado en las mujeres que he conocido. Además, ellas son más expresivas y cercanas, lo que genera muchas oportunidades, pues son capaces de lograr fuertes compromisos allí donde están. Aunque en las mujeres hay un predominio de lo emocional y sensible, que puede percibirse como una debilidad, en realidad es una fortaleza que les permite tener en cuenta el lado más humano de las personas. Como decía Coco Chanel, una mujer puede darlo todo con una sonrisa y recuperarlo todo con una lágrima.

Pero no hay que dejarse engañar por las apariencias; las mujeres son más fuertes. Lo que sucede es que no ocultan su lado más humano. Ellas, con la constancia que las caracteriza, son capaces de resistir cualquier adversidad. Todavía tengo grabado el recuerdo de una mujer que con serenidad y entereza veía morir a su marido, al que cuidó con ahínco durante los últimos meses de su vida, mientras él se agarraba tembloroso a su mano como postremo lazo con la vida.

En el trabajo, las mujeres como las madres, tienden a crear y fortalecer con facilidad las identidades de grupo. Son incluyentes y no suelen descartar a otras personas. Por otra parte, se preocupan porque los procesos sean ordenados y sanos. También, tienen la inmensa capacidad innata de actuar en muchos frentes en simultáneo. Esto les da una ventaja a la hora de tomar decisiones y afrontar posibles situaciones de crisis. Por naturaleza anteponen cooperar a competir lo que les permite desarrollar el trabajo en equipo de una manera mucho más fluida.

La mujer directiva actúa, como si de su familia se tratara, considerando a todos y cada uno de sus miembros y hace evidente que no todo está permitido, pues busca el bien común, la armonía y el equilibrio, mediante una visión de largo plazo. Además, prioriza el beneficio no solo en términos económicos, pues es plenamente consciente de que está en juego el bienestar de todos.

Sin embargo, en la actualidad todavía es reducido el acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad. Por eso, es necesario romper el “techo de cristal” que les impide ascender. El nuevo entorno laboral necesita directivos con una nueva perspectiva porque lo femenino y lo masculino no están en pugna, sino que se complementan y equilibran.

Gracias a las mujeres por la indispensable aportación que hacen a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a la edificación de estructuras económicas y políticas más llenas de humanidad. Y gracias especialmente a todas las mujeres de las que he aprendido en la vida.

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