Analistas 15/01/2019

Lo más importante en la vida…

Alfonso Aza Jácome
Profesor de Inalde Business School

¿Qué es lo más importante que tenemos en la vida? Para algunas personas puede ser el dinero, para otras la salud, otros se mueven por el placer, para muchos el sentido de la vida está en amar y ser amados. Sin embargo, lo más primordial que tenemos es aquello por lo cual estamos precisamente dispuestos a dar la vida: nuestras convicciones.

Según el filósofo Karl Jaspers la convicción es fruto, no de la razón en general, sino del espíritu, es decir, de esa dimensión que está más allá de la sensibilidad y de la razón, que es inspiración y creación. La convicción es algo que se apodera de nosotros, es aquello de lo cual vivimos y por lo cual estamos dispuestos a jugarnos todo.

La convicción es más importante que cualquier otra cosa: más importante que el amor e incluso más importante que la felicidad. Y, sobre todo, más importante que los sentimientos. Esto es algo difícil de entender hoy en día porque vivimos en una época en la que los sentimientos nos gobiernan y son lo primordial. El problema es que los sentimientos son volubles y cambiantes, como si fueran líquidos que se van adecuando a las circunstancias.

Por consiguiente, surge una batalla necesaria dentro de la mayoría de las personas: la batalla entre lo que sentimos y las propias convicciones. Este conflicto es aún más relevante cuando se trata de hacer lo correcto venciendo las dificultades, cuando se trata de cómo tratamos a otras personas, no solo a nosotros mismos.

Se puede considerar que vivir con convicciones es más bien un tipo o un género de vida, porque las convicciones se viven, mientras que las ideas solo se “tienen”. Me explico: quien sacrifica su salud, su familia o sus convicciones sobre el “altar” del éxito profesional lleva un género de vida diverso de quien, no aceptando ese sacrificio, se organiza para cultivar simultáneamente las diversas dimensiones existenciales que considera importantes, aunque ello implique ser calificado como malogrado por la mayoría de la gente.

Incluso, para los relativistas el hombre con convicciones es alguien peligroso pues carece de la necesaria tolerancia para vivir en el mundo de hoy. Sin embargo, desconocen que precisamente la tolerancia se apoya y se alimenta de una convicción. El relativismo no manifiesta dudas en sus convicciones sobre cómo debe ser la sociedad, sino que se mantiene muy firme en su propósito de imponer a todos su concepción relativista.

En sus escritos autobiográficos, Jaspers atribuye a la familia la tarea de sentar las bases de toda la educación. De esta manera los niños por el amor de sus padres y su permanente asistencia, toman conciencia de lo humano que ayuda a vencer las dificultades de la vida cotidiana y los anima a hacer suya la tradición para llevar una vida responsable en el futuro. Jaspers piensa con gratitud en sus padres, que le transmitieron, mediante su amor, la certeza del fundamento de la vida, sus convicciones.

De ahí que, la mejor manera de conocer quién es una persona es cuando sabemos lo que para ella es importante, conocer las convicciones que inspiran sus juicios y decisiones, sus sentimientos de alabanza y de desaprobación, el significado que atribuye a sus actividades y a su vida. Lo que una persona hace o no hace, comprensible sólo si sabemos lo que esa persona quiere ser, es decir, si sabemos lo que ama.

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