Analistas

Democracia, empresarios y trabajadores

Alfredo Sarmiento Narváez

Cuando la sostenibilidad de la democracia en Colombia se encuentra sistemáticamente asediada, acosada y amenazada por parte de quienes ejercen funciones gubernamentales a nivel nacional, los protagonistas civiles y comunitarios de la vida social y económica han de estar en estado de alerta, salir de las zonas de confort y convertirse en guardianes de las instituciones republicanas.

Para avanzar hacia más y mejor democracia es menester tener más y mejores empresas y empresarios, más y mejores trabajos y trabajadores.
Los empresarios y los trabajadores, las empresas y sus organizaciones gremiales así como los trabajadores y sus organizaciones sindicales, son protagonistas sociales y económicos de primer orden a la hora de cuidar el devenir democrático.

En democracia, la autonomía de los gremios y de los sindicatos es un principio irrenunciable; sus líderes y voceros están llamados a ejercer esa autonomía en perspectiva de responsabilidad social y mantenerse firmes ante cualquier intromisión o instrumentalización por parte de agentes gubernamentales y estatales.

Las fórmulas populistas predican falsos antagonismos en la relación entre empresarios y trabajadores.

La complejidad natural de estas relaciones no es patente de corso para convertirlas en relaciones complicadas, fragmentadas y destructivas.
Los diálogos entre empresarios y trabajadores en pos del bien y del sentido común, han de ser simples y francos; no deben reducirse a simplificaciones y sectarismos ideológicos.

La democracia exige el diálogo edificante entre ideas contrastadas, no la vocinglería corrosiva de ideologías alebrestadas.

La sostenibilidad económica, social, ambiental, digital, energética y alimentaria, necesita las luces de empresarios que trabajan y de trabajadores que emprenden.

Ambos protagonistas pueden ayudar a evitar que distintos factores de producción ( capital, tierra, trabajo, tecnología y conocimiento e información) se reduzcan a prácticas especulativas y rentísticas que deshonren su real potencial para generar verdadera riqueza económica y capital social.

Los empresarios y trabajadores están llamados a imprimir vocación popular a la democracia para evitar que ésta caiga en las garras del populismo destructor y corrosivo.

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