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Germán Arciniegas: 25 años de su partida

Alfredo Sarmiento Narváez

Murió en su ley, siempre como eterno aprendiz, curioso con todos los temas que conciernen a lo humano.

El próximo 30 de noviembre cumple 25 años de su partida, el 6 de diciembre se celebran 124 años de su nacimiento.

Su legado como periodista, intelectual, político, americanista, lingüista, maestro, diplomático, historiador y libre pensador, logra sobreponerse al paso de los años.

En su humildad moraba una sed de gloria y una generosidad infinita para compartir sus únicas riquezas: conocimiento y sabiduría.

Amaba el dialogo con personas más jóvenes que él.

Precoz observador y entusiasta de los movimientos estudiantiles en las primeras décadas del siglo XX, desde Córdoba en Argentina hasta México pasando por Colombia, hizo suya una vocación por la vida universitaria.

Celoso guardián de la autonomía universitaria, estaría hoy compungido constatando como algunos centros universitarios se tornan serviles a ideologías tendenciosas y gobiernos de turno, lejos del libre trámite de ideas y la construcción de conocimiento socialmente pertinente.

No existía para él la erosiva fractura ideológica entre educación pública y educación privada; entendía la educación como bien común. Fue fundador y directivo, indistintamente, de universidades privadas y públicas. En dos oportunidades fue ministro de educación.

Crítico como fue del clericalismo, no fue promotor de anticlericalismos sectarios; fue acogido con beneplácito como embajador de Colombia en El Vaticano nombrado por el presidente López Michelsen.

Dectractor de los populismos y las dictaduras, como se constata en su libro ‘Entre la Libertad y El Miedo’, sus ideas sirven hoy de soporte para abocar críticamente tanto al populismo y sectarismo del libertarismo individualista mercadocéntrico-estadofóbico, como al populismo y sectarismo del progresismo colectivista estadocéntrico-mercadofóbico.

Americanista de tiempo completo, no lo hacía por resentimientos frente a el legado europeo en general, y particularmente el legado hispánico; al contrario, propendía por el mutuo diálogo dignificante. Fue interlocutor de intelectuales españoles como Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset; protector de la lengua española y supo reivindicar lo que América le ha aportado a la humanidad en los tiempos modernos.

Tuve la felicidad de compartir con él entre los años de 1990 y 1995, cuando lo teníamos al tanto sobre los avances de Opción Colombia promoviendo la participación de estudiantes universitarios en proyectos sociales a lo largo del territorio nacional.

Al conocer de mi condición de masón, institución de la que él fue activo miembro, solía decirme que esa organización era para conspirar y aclaraba, a renglón seguido, que conspirar es inspirarse con otros en favor de nobles causas y nunca en contra de nadie.

Las Universidades Nacional, Andes, Libre, la Academia Colombiana de Historia, la Gran Logia de la Masonería de Colombia, el Instituto Caro y Cuervo, el Ministerio de Educación, tienen con el motivo de los 25 años de partida del maestro Arciniegas, bella oportunidad de celebrar su memoria y crear un espacio de conversación sobre temas que aporten a Colombia para lograr avanzar en comunidad de propósito como país y comunión de sentido como nación.

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