Analistas 15/06/2024

La economía en barrena

Amylkar D. Acosta M.
Docente de la Universidad Externado de Colombia

Estábamos acostumbrados a que el crecimiento de la economía de Latinoamérica superaba el crecimiento de la economía global y la economía colombiana crecía por encima del promedio de Latinoamérica. En 2023 la economía colombiana creció un anémico 0,6%, la latinoamericana 2,5% (cuatro veces el crecimiento del PIB de Colombia), las economías emergentes 4,1% (siete veces) y la economía global 3,1% (cinco veces)!

La economía colombiana arranca 2024 con el pie izquierdo, sigue rengueando sin levantar cabeza. Según el más reciente reporte del Dane, en el primer trimestre de este año el PIB tuvo un magro crecimiento de sólo 0,7% y aunque la proyección del Gobierno del crecimiento para el año completo es de 1,5%, el Banco de la República revisó a la baja su previsión desde 1% a 0,8%, el Banco Mundial hizo lo propio, recalculándolo de 1,8% a 1,3% y por su parte el FMI desde 1,3% a 1,1% (¡!).

El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ve el vaso medio lleno y con su optimismo panglosiano reaccionó al momento de revelarse estas cifras matizando los resultados, afirmando que “el cuarto trimestre de 2023 terminó con un crecimiento de 0,3%, que significa que comenzó la reactivación de la economía que se debe reflejar en este 2024”, asumiendo que entre el último trimestre de 2023 y el primero de este año el PIB creció 1,1 puntos porcentuales, cuando la comparación, en rigor, debe hacerse es con igual trimestre del año anterior, cuyo crecimiento fue de 2,7%, es decir 2 puntos porcentuales por debajo. Peor aún si lo comparamos con el primer trimestre de 2022, cuando se registró un crecimiento de 8,2%!

Gráfico LR

El ministro Bonilla insiste en que “recuperamos la senda de crecimiento y esperamos que el crecimiento que está proyectado hoy hacia 1,4% o 1,5% pueda terminar alrededor de 2% al final del año… La principal noticia, por tercer trimestre consecutivo, el país tiene senda positiva de crecimiento y se alejó del fantasma de la recesión”. Pero mientras él ve el vaso medio lleno la mayoría de los analistas coinciden en verlo más bien medio vacío. Empezando porque el crecimiento económico completó cuatro trimestres consecutivos rozando el cero.

Excepción hecha del sector agropecuario, que creció 5,5% y el repunte de obras civiles pasando de un crecimiento en terreno negativo de - 15,9% en el primer trimestre de 2023 al 7,5% del primer trimestre de este año, pero que se ha visto contrarrestado por la caída de - 6,8% en vivienda, los demás sectores productivos ajustaron entre cuatro trimestres consecutivos a la baja la industria manufacturera y cinco trimestres el comercio. 35 de sus 39 actividades en baja durante 15 meses consecutivos. Igual que ocurrió con el crecimiento del PIB en 2023, de no ser por el crecimiento de la administración pública (5,3%), que contribuye con 0,7 puntos porcentuales al dato final, el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año hubiera registrado una baja de - 0,1%.

En gran medida la baja en la producción responde al descaecimiento de la demanda. Al tiempo que el consumo final se ha estancado, registrando un crecimiento de sólo 0,4% para el primer trimestre de 2024, particularmente el consumo de los hogares creció un pírrico 0,6%, el consumo final del Gobierno registró una tasa negativa de - 0,7%, reflejando fielmente la baja ejecución del Presupuesto general de la Nación (PGN), que el año pasado cerró en 70,5%, nivel este que no se veía desde 2013 cuando alcanzó 70,9%. En este primer trimestre sigue el rezago en la ejecución alcanzando 14,3%, cuando a estas alturas debería estar en 33% (¡!).

Afirma José Ignacio López, presidente del centro de estudios económicos Anif, que “creemos que los siguientes trimestres tendrán un comportamiento similar al primero, repuntando hacia el segundo semestre del año para tener un cierre cercano a 1,1% anual”. Ello se explica en gran medida por el comportamiento del rubro de inversión, el cual registró un bajonazo en 2023 de - 24.8%, mientras que el indicador de la formación bruta de capital fijo cayó - 8,9%, tendencia esta que se mantiene en este primer trimestre de 2024, con una caída del indicador de la formación bruta de capital de - 13,64%, completando cinco trimestres seguidos a la baja (¡!). Entre tanto la inversión bruta en capital fijo (maquinaria y equipo) se desplomó - 6,5%. Acumula ya 5 trimestres a la baja.

Y, como es apenas obvio, la baja en la inversión y la pérdida de su efecto multiplicador sobre las demás variables de la economía que se viene registrando inhibe y arrastra consigo a la baja el crecimiento del PIB, al tiempo que condiciona el crecimiento potencial de la economía, el cual pasó de 4,8% en 2012, aupado por el largo ciclo de precios altos de los commodities (2003 - 2011), a 3,5% en 2016 y actualmente llega a duras penas a 2,5%. Y es bien sabido que mientras la economía crezca por debajo de 3,5% no sólo no genera empleo sino que lo destruye, ello explica que las tasas de desempleo de un solo dígito han sido sólo flor de un día. Y de contera, el desempleo afecta en ingreso, la capacidad adquisitiva, lo cual redunda en un debilitamiento del consumo.

Ante la ralentización del crecimiento de la economía de enantes y su estancamiento ahora se impone la necesidad de implementar por parte del Gobierno de un plan de choque mediante una política contracíclica tendiente a reactivar la economía. El Presidente Gustavo Petro, ante el mediocre desempeño de la economía el año anterior, reaccionó diciendo que “el gobierno nacional tiene una responsabilidad. Cuando baja la inversión privada, debe crecer la pública. En esto choco con la tesis de que hay que reducir ambas, si reducimos ambas mandamos a Colombia a una catástrofe económica. No debe mantenerse. Debe crecer la inversión pública”. Pero, al parecer al Presidente no le obedecen, porque a contrapelo de sus directrices, como ya lo vimos, la plata sigue en las fiducias y la paquidermia del Estado frena la ejecución de la inversión pública en los momentos en los que más se requiere.

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