¡Un exabrupto!
El doctor Jorge Humberto Botero, exministro de Comercio y actual presidente de Fasecolda levantó una polvareda con el dislate de su propuesta de privatizar a Ecopetrol, la joya de la corona del Estado colombiano. Sus argumentos para proponer la venta de 88,5% de las acciones de la Nación son traídos de los cabellos y a los colombianos le quedó la sensación de que esa película ya la vimos.
Recordemos que la venta de Isagen se dio por descarte, en concepto del Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, la rentabilidad sobre la inversión de Ecopetrol era de 6,7% mientras que la de Isagen era de 2,4%. Además, “la rentabilidad sobre patrimonio que en 2012 para Isagen fue de 13% y en Ecopetrol de 22%”.
Para concluir, axiomáticamente, que era más rentable invertir el producido de la venta de Isagen en la modernización de la infraestructura de transporte. De esta manera, estaríamos cambiando un activo energético por dobles calzadas.
Después se supo que los $5,8 billones que recibió la Nación por la venta de Isagen no se invirtieron en el programa de modernización vial, como se había dicho, sino que sirvieron para capitalizar a la Financiera de Desarrollo Nacional.
Como lo manifestó su presidente, Clemente del Valle, dicha capitalización permitió “ampliar la capacidad de financiación, tanto en número de proyectos a financiar, como en el monto individual que se puede comprometer por proyecto”. Es decir, que la Nación sale en auxilio de los concesionarios de las vías de las 4G, apalancándolos para el cierre financiero de los proyectos.
Como lo acotó en su momento la Contraloría General, dichos recursos “serían otorgados a los inversionistas privados (léase concesionarios) con unas condiciones de crédito flexible”, además de advertir el riesgo de cambiar “un activo productivo” por otro “que tiene una rentabilidad difícil de cuantificar”.
El presidente de Fasecolda nos viene con una propuesta similar, dice él que “no se trata de cambiar los mecanismos de obra pública, sino de generar recursos de financiamiento y de capital en los proyectos que deben ser recuperados por la Financiera de Desarrollo Nacional en el mediano y largo plazo”. Más de lo mismo, apoyándose en el sofisma de que “es obvio que es mucho más interesante, por los impactos sociales y económicos que genera, tener los recursos en vías que tenerlos en Ecopetrol”.
Su planteamiento sólo se diferencia en que propone constituir un Fondo en el exterior, el cual trasvasaría 50% de los recursos a la FDN, para, digámoslo sin rodeos, financiar a los privados y con el “flujo de ingreso” generado por el rendimiento del otro 50%, según él, se supliría los ingresos que hoy recibe la Nación por concepto de dividendos.
Y no estamos hablando de naderías, pues la Nación ha venido recibiendo en promedio una suma que se aproxima a los $7,5 billones anuales. Según las cuentas de la lechera del exministro, “estimaciones preliminares realizadas por Fasecolda dan cuenta de que el valor de Ecopetrol puede estar entre 130 y 150 billones de pesos corrientes”.
Y añade que, al cabo de los diez años “se habrían trasladado cerca de 83 billones de 2018 al Gobierno para cumplir la regla fiscal y 81 billones para infraestructura haciendo uso de los 150 billones de la venta y 16 billones de rendimientos a lo largo del tiempo, suponiendo un rendimiento anual del 2 por ciento”. Y recordemos que, según el ministro Cárdenas “la rentabilidad sobre la inversión de Ecopetrol era de 6,7%” (¡!).
Ahora, con el socorrido argumento de que “la inversión en infraestructura tiene una buena rentabilidad social y económica, no sólo rentabilidad financiera”, Botero nos invita a “dar un ‘salto de canguro’ para volver a las tasas de crecimiento de antes” con su propuesta, pasando por alto que las mayores tasas de crecimiento del PIB “de antes” respondieron al largo ciclo de precios altos del petróleo, el carbón el oro y el ferroníquel, que se prolongó hasta mediados de 2014.
El hecho de que el crecimiento potencial de la economía haya pasado de 4,5% a 3,5% y de que lleva tres años creciendo por debajo del mismo, sólo demuestra su enorme dependencia de la actividad extractiva y nada más. Y no va a crecer más, como por arte de birlibirloque, vendiendo a Ecopetrol.
Según el exministro, “hay que seguir el ejemplo de Noruega que ha podido aprovechar sus recursos naturales y promover el desarrollo económico de largo plazo” y resulta que Noruega mantiene el control sobre su empresa petrolera Statoil y, hasta donde sabemos, no se les ha pasado por la cabeza venderla.
A contrario sensu de lo que dijo el exministro, “que la propuesta no puede ser más oportuna”, considero que no pudo ser más impertinente y, para utilizar el lenguaje futbolístico en boga, fuera de lugar.