Habíamos tenido una agenda intensa en Túquerres y Cumbal, y llegamos de noche a Carlosama, otro atractivo municipio de Nariño, para entregar insumos en el marco de un proyecto ovino que cofinanciamos en la Agencia de Desarrollo Rural.
Entramos a un salón en el que varias personas; todas con rostros amables, genuinamente emocionadas por nuestra presencia allí, nos recibieron calurosamente.
Desde el principio, me llamó la atención su comportamiento y el liderazgo que ejercía entre sus pares a pesar de su juventud. Luego de un acto protocolario sencillo, ella nos invitó a recorrer la tienda, aún sin terminar, en la que estaban exhibidas prendas llamativas cuya elaboración era resultado de un proceso largo y manual, en el que intervenían gran cantidad de manos femeninas. Hicimos un recorrido guiado por diferentes estaciones que emulaban las etapas de transformación y producción del vestuario. Mientras observábamos lo que con sorprendente agilidad hacían mujeres en cada una de las fases del ciclo, Flor complementaba lo que veían nuestros ojos con una explicación detallada de lo que allí ocurría. Su seguridad y elocuencia a la hora de expresarse, engrandecían el emprendimiento que estábamos conociendo.
En medio de nuestra conversación, Flor me contó cómo había iniciado todo: con enorme esfuerzo, logró graduarse de Diseño en una universidad del Departamento, sin dudarlo, regresó a su Carlosama para trabajar en el desarrollo de una idea moderna que recogiera sus tradiciones ancestrales y resaltara su cultura, y empezó a compartir este sueño con miembros de su comunidad indígena y a tocar puertas con autoridades locales.
La determinación de Flor, soportada en conocimientos técnicos y en una visión clara, hizo que muchos quisieran sumarse a esa ilusión, que pronto lograron materializar bajo el nombre de “Hajsú Etnomoda”.
Hoy, 72 mujeres y 18 hombres, hacen parte de esta empresa que la ADR acompaña con asistencia técnica integral y dotación de ovejas que ellos mismos cuidan y esquilan, para convertir su lana en originales faldas, ruanas, ponchos, mantas y camisas. Además, han participado en eventos nacionales e internacionales con un producto único que maravilla a simple vista.
En el mes de la mujer rural, es imposible no destacar la labor de Flor, de las mujeres que trabajan a su lado, de las más de 50.000 que hemos podido beneficiar desde la Agencia de Desarrollo Rural, con nuestra oferta misional, durante el Gobierno del Presidente Duque, y de las más de 5.000.000 que tenemos en Colombia.
Mujeres del campo: a través de esta historia, exalto lo que hacen, reconozco lo que significan para nuestro país y las invito a seguir haciendo frente a los retos y las dificultades que se presentan en el camino agropecuario, con la valentía y el empuje que las caracteriza, con la pasión con la que asumen el liderazgo familiar y con la entereza con la que día a día construyen patria.
Finalizo compartiendo una noticia sin precedentes: para 2030, bajo el liderazgo de la Corporación Colombia Internacional, y más de 30 aliados, vamos a convertir 500.000 mujeres en agroempresarias.