“Quien carga el saco, sabe su peso”
“Si las cosas salen bien te tendrán envidia, dirán que tuviste suerte, que hiciste fraude, que te lo regalaron… si las cosas salen mal dirán que eres un tonto, hablarán de cómo se debería haber hecho, aunque ellos nunca lo hayan intentado siquiera”.
Esta es una de las frases que recoge un video de 2018, cuyo audio ha tenido eco recientemente en algunas emisoras nacionales. El video resume en menos de tres minutos, lo que significa ser empresario.
Esta síntesis magistral me ha hecho recordar, por ejemplo, la vida de don Gonzalo Mejía, un gran emprendedor paisa a quien el maestro Iván Obando rinde un homenaje en la película “Me llevarás en ti”.
Gonzalo fue un visionario que incursionó en el transporte fluvial y aéreo en el país. Junto a don Alejandro Echavarría, fundador de Coltejer, constituyó la Compañía Colombiana de Navegación Aérea, fue precursor del aeropuerto Enrique Olaya Herrera de Medellín, y el primer gerente de Avianca. Su visión ayudó a crear la carretera al mar (Medellín - Turbo - Necoclí), al igual que la autopista Medellín - Bogotá, aunque la muerte lo haya alcanzado antes de ver el inicio del proyecto que tanto lo obsesionó. Junto con otros inversionistas, también fue pionero en la industria del cine y sus obras filantrópicas ayudaron a cambiar la realidad de miles de personas.
Obras como la de él y la de tantos otros empresarios, han fomentado el progreso de millones de familias colombianas y han aportado enormemente al desarrollo de la Nación. Ni hablar de lo que ha representado el trinomio Universidad-Empresa-Estado en el bienestar social y en el crecimiento macroeconómico de las ciudades.
Por eso sorprenden y preocupan la narrativas, cada vez más escuchadas, que satanizan el empresariado, pretenden borrar parte del legado y convertir a estos hombres y mujeres pujantes en una suerte de enemigo, que como palo en la rueda, obstaculiza cualquier tipo de avance.
No, ¡nada más alejado de la realidad! Los cimientos de una sociedad que prospera, los sostienen aquellos, que a pesar de lo difícil que resulta, se atreven a generar empleo; esos que con una panadería, un taller, un negocio de comida, una peluquería, o una industria reconocida, permiten a otros llevar comidas a sus mesas y a todos disfrutar de inversiones transformadoras que solo pueden realizarse gracias al pago de sus impuestos.
El país debe dejar de lado esos señalamientos dañinos y a quienes los promueven, y por el contrario, facilitar que cada día más colombianos conviertan su ingenio y su talento en empresa.
Emprender no es fácil. Los que se han atrevido, saben lo que pesa el saco que llevan en su espalda; un peso al que en vez de ponerle más carga, ¡deberíamos sostener entre todos!