El traje de Iron Man no basta: lo que la IA realmente exige a las agencias
sábado, 2 de agosto de 2025
Ana López
La inteligencia artificial ya no es una promesa futura. Es una transformación presente. Para la industria de la publicidad y la creatividad, representa mucho más que una moda pasajera o una simple herramienta de productividad: es un cambio estructural que redefine quién aporta valor, cómo se generan las ideas y qué talento será necesario para sostener el negocio en los próximos años.
En medio de esta revolución silenciosa, una analogía se repite entre quienes lideran la innovación: usar inteligencia artificial hoy es como ponerse el traje de Iron Man. No se trata de que la máquina reemplace al humano, sino de que el profesional se potencie, se aumente y multiplique sus capacidades, manteniendo siempre el control y la dirección estratégica. Sin embargo, para muchas agencias, el traje todavía es de cartón. Adaptar la inteligencia artificial implica mucho más que incorporar nuevas herramientas: exige un cambio profundo en la forma de operar, liderar y estructurar los equipos.
El síntoma es claro: las grandes agencias están en reset. Y quienes no aceleren su transformación, quedarán atrás. Al mismo tiempo, el mercado comienza a buscar perfiles con títulos como “Director de Arte Generativo” o “Creativo GenAI”, muchas veces sin una comprensión real del “para qué”. Se contratan personas que dominan herramientas como ChatGPT o Midjourney, pero no siempre se prioriza el criterio estratégico ni la capacidad de integrar la IA de forma transversal en el proceso creativo y de negocio.
La inteligencia artificial no debe entenderse como una simple extensión de software, como lo fueron Photoshop o Illustrator en su momento. Es un sistema de pensamiento asistido que tiene el poder de crear, analizar, investigar y escalar con una velocidad sin precedentes. Ignorar esto -o peor aún, adoptarlo de manera superficial- es una receta para la irrelevancia.
El año 2026 marcará un punto de inflexión. Las agencias operarán con menos personas, mayor presión por resultados y clientes que exigirán innovación basada en datos y agilidad. El talento que no se haya adaptado quedará fuera. La creatividad, por sí sola, ya no basta. El nuevo diferencial estará en la capacidad de combinar sensibilidad humana con inteligencia algorítmica.
Estas son cinco habilidades que la IA desbloquea para quienes trabajan en creatividad y marketing: creación autónoma, ideación asistida, análisis de datos avanzado, investigación profunda y autosuficiencia operativa.
Frente a este panorama, el rol de las agencias debe repensarse desde tres ejes estratégicos: transversalidad (todo el equipo debe tener “el traje” puesto), personalización escalable (del mensaje masivo al diseño de experiencias uno a uno) y velocidad (el go-to-market ya no se mide en meses, sino en días u horas).
El futuro no será liderado solo por quienes se adapten rápido, sino por quienes realmente comprendan el significado de la transformación. Porque en esta nueva era, como Tony Stark, no basta con tener el traje. Hay que saber volar con él.