Consecuencias del relajo presupuestal en su vida
“El Estado no quiebra; las pensiones las paga el presupuesto nacional”, decía confiadamente el señor Jaime Dussán, presidente de Colpensiones en una entrevista radial. Esta creencia permea el pensamiento del proyecto político del presidente Petro, quien, en su afán de estatizar diversos servicios, parte de la premisa de que el presupuesto nacional lo aguanta todo y que mantener la racionalidad en el gasto público no importa.
Esta arraigada creencia viene de que, a diferencia de los individuos y las organizaciones, la Nación no vive los mismos procesos de insolvencia o liquidación que aquellas afrontan cuando no pueden seguir cumpliendo sus obligaciones financieras.
Contrariamente a otros deudores, un Estado que tenga una moneda propia puede crear dinero a través de mecanismos de política monetaria, tales como la disminución del encaje bancario, la compra de activos financieros por parte del banco central (“quantitative easing”) o la emisión. Asimismo, el Gobierno puede refinanciar su deuda, emitiendo bonos para captar recursos y destinarlos al pago de créditos previamente adquiridos.
Con estos magnos poderes, es tentador creer que el Estado no quiebra, pero no es cierto. Lo hace de formas menos evidentes y más crueles. El relajo presupuestal sostenido, entendido como el aumento constante del gasto público con respecto a sus ingresos, la sobreestimación de los ingresos y la subestimación de los egresos, causa males que todo ciudadano debe comprender, pues afectan directamente su proyecto de vida.
El relajo presupuestal ocasiona un déficit fiscal, en el que el Estado gasta más de lo que ingresa. Colombia tiene un déficit fiscal de 4,5% con respecto a su PIB, el tercero más alto de la región, después de Brasil y Argentina.
Un déficit fiscal sostenido obliga a los ciudadanos a: (i) pagar cada vez más impuestos para afrontar un creciente costo de funcionamiento del Estado y el pago de su endeudamiento, (ii) asumir la pérdida constante de poder adquisitivo de su ahorro local, al ir absorbiendo el impacto de las medidas estatales para diluir su deuda a través de la inflación, (iii) dedicar cada vez más horas de trabajo para poder adquirir los bienes y servicios deseados, (iv) pagar tasas de interés más altas, ya que la desconfianza creciente produce un encarecimiento del crédito, (v) descartar proyectos educativos en el extranjero debido a su nulo retorno financiero dentro del país, (vi) reducir el atractivo de emprender, dado que financieramente se requerirá cada vez más rentabilidad para compensar el costo de oportunidad del uso de sus recursos, y (vii) recibir menos o peores servicios públicos esenciales, como consecuencia del desvío de recursos hacia el pago de una deuda siempre creciente.
Este año Colombia sigue jugándose su futuro y usted como ciudadano juega un rol importante para evitar que las reformas del gobierno afecten estructuralmente su proyecto de vida. El Estado de Bienestar, creado a partir del relajo presupuestal, es un engaño: primero le quita el dinero a la gente en silencio; luego les devuelve una parte de manera ostentosa y arbitraria; y finalmente empobrece a todos al obligarnos a asumir las consecuencias descritas de su inviabilidad económica.