Fuerzas detrás de la infelicidad social
La creciente infelicidad es un fenómeno global no exclusivo a Colombia. Desde 2006, Gallup, una multinacional de consultoría y analítica, ha venido recopilando anualmente data de 150.000 personas alrededor de 140 países sobre satisfacción de vida y bienestar emocional. Según estos estudios, la infelicidad viene en aumento desde hace una década y las emociones negativas (un agregado de estrés, tristeza, rabia, angustia y dolor físico) alcanzaron su récord el año pasado. Destacaré tres fuerzas que están potenciando esta tendencia globalmente:
Primero, estamos enfrentando un problema de un incremento agudo de pobreza mundial, a raíz del impacto económico de la pandemia del covid-19, la guerra de Ucrania, la inflación generalizada y la alta incertidumbre. Según el Banco Mundial, aunque ya el planeta retomó la senda del descenso de la pobreza, entre 70 y 95 millones de personas cayeron en pobreza extrema. El objetivo de reducir la pobreza extrema a menos de 3% de la población mundial para 2030 es ahora virtualmente inalcanzable. Adicionalmente, la FAO destacó recientemente que la vulnerabilidad alimentaria moderada y extrema ha crecido de 23% de la población mundial a 30%. Las condiciones materiales desmejoradas a gran escala han incidido en la desazón generalizada.
Segundo, el cambio tecnológico y la transformación estructural de la economía a nivel global parece estar tornando el mundo cada vez más desigual. De acuerdo con Abhijit Banerjee y Esther Duflo, ganadores del Premio Nobel de Economía en 2019, desde 1990 se ha intensificado una nueva oleada de automatizaciones que ha conducido a la eliminación de puestos de trabajo de personal poco cualificado y aumentado la demanda de personal altamente especializado.
Por ejemplo, en la industria manufacturera de Estados Unidos en 1982 el 50% de las ventas se destinaba al pago de salarios mientras que en 2012 el porcentaje había caído al 10%. Los trabajadores sin educación cualificada están siendo desplazados de empleos de nivel medio hacia trabajos más inseguros e inestables, mientras un sector más educado se enriquece en buenos trabajos más escasos.
La creciente concentración empresarial y reducción de la competencia en varios sectores productivos también está ocasionando estragos, a medida que los buenos salarios se congregan en cada vez menos empresas, en selectos reductos geográficos con alcance global. Empresas superestrella logran pagar salarios altamente competitivos al paso que reducen la parte de los ingresos destinados al pago de estos, aprovechando las rentas monopolísticas u oligopólicas propias de la dinámica del “ganador se queda con todo”. En Estados Unidos dos tercios del aumento de desigualdad en ingresos medios se explica a partir del impacto de las empresas superestrella. Lo anterior ha contribuido a una menor movilidad social intergeneracional que impacta fuertemente en la frustración de expectativas de las personas.
Tercero, el uso creciente de redes sociales ha acentuado los extremos en la percepción de felicidad en el mundo. Según Gallup, en 2006, el quintil que se consideraba con mayor bienestar emocional promediaba 8.3 y el quintil que se consideraba más miserable 2,5. En 2021, había cambiado a 8,9 y 1,2 respectivamente, consolidando la mayor distancia entre los dos polos. El poder evidenciar masivamente que otros viven mejor que nosotros o que somos muy afortunados ha creado también una desigualdad emocional.