Analistas

Tres mensajes para el siguiente gobierno

Andrés Felipe Londoño

Una vez superemos el experimento fallido del Progresismo, Colombia debe corregir su rumbo hacia el verdadero progreso. Desde su candidatura, la próxima alternativa política debe enviar mensajes contundentes a la ciudadanía sobre qué esperar de su mandato. Estos tres mensajes son urgentes e indispensables:

Primero, “Colombia es un país seguro y soberano”. Desde 2021, el país ocupa el segundo puesto en el Índice Global de Crimen Organizado de Global Initiative, sólo superado por Myanmar y por delante de México, Afganistán, Congo e Irak. De otro lado, en una reciente encuesta de Invamer, 96% de los encuestados manifestaron que la inseguridad está empeorando, cifra que corresponde con que, según la Fiscalía General de la Nación, durante este año cada hora se han cometido al menos 30 hurtos a personas, con 139.900 víctimas en los primeros siete meses. Bogotá es la séptima ciudad más peligrosa del mundo según Forbes Advisor, donde ha habido 40 mil denuncias de este delito en lo que va del año. Por último, la Defensoría del Pueblo recientemente confirmó que más de la mitad de las zonas rurales del país tienen presencia o son controladas por grupos armados ilegales.

El retroceso en seguridad y soberanía en este gobierno es innegable y obliga al siguiente a priorizar esta ruinosa situación en la que nos dejará la presidencia de Petro. La reconquista de las zonas rurales, el retorno de la calma en las ciudades y la lucha frontal contra los grupos ilegales es un imperativo para el gobierno que venga.

Segundo, “El Estado es eficaz y las reglas de juego son claras.” Un Estado que no sólo ha abandonado el territorio nacional, sino que además no ejecuta sus iniciativas es un estado ineficaz. Según este diario, hacia mitad de año, solo una de 32 carteras había ejecutado 50% o más de su presupuesto y el promedio rondaba 26%. Esto, sin juzgar la efectividad de lo ejecutado y el hecho de que muchas de esas iniciativas se basan en la creación de más burocracia y regulación.

El próximo proyecto político debe dejar la inercia y concentrarse en dominar lo esencial: el aseguramiento de bienes públicos básicos como el monopolio de la fuerza, la seguridad, la energía, la salud y el imperio de la ley. El foco debe remplazar a la “estrategia” progresista de quererlo todo y no lograr nada.

Tercero, “El Estado agrega, no destruye valor.” El legado económico de Petro será la indisciplina fiscal, la imposición de reformas insostenibles, la creación de rentas para grupos clientes del Estado, la creación de barreras para el comercio y la generación de empresa, el crecimiento de la burocracia y la ineficiencia generalizada en el manejo de los recursos públicos.

El siguiente gobierno debe hacer un ejercicio juicioso de limpiar la casa, cuestionar el tamaño del Estado actual y reflexionar sobre cómo está destruyendo valor y promoviendo la incertidumbre que sigue frenando la inversión y la generación de empleo de calidad. Esto debe conducir a una simplificación de la estructura del Estado, una mayor descentralización económica, una contundente depuración normativa y una medición efectiva del éxito de la gestión pública, conectada con una verdadera generación de valor para el país.

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