El olvido que somos
Rememorando el título de la magnífica obra de Héctor Abad Faciolince, ‘El olvido que seremos’, no puedo dejar de pensar en la situación en que nos están poniendo nuestros gobernantes, llámese a estos, principalmente, el ejecutivo y la gran mayoría de los miembros del congreso. Estamos siendo materia, como sociedad, de un olvido sin parangón; la clase dirigente indolente, de espaldas al país, a las reales necesidades de la gente y de la sociedad, pero más grave aun dilapidando nuestro trabajo.
Somos, como sociedad, gente que buscamos, con un talante y con un empuje únicos, progresar, crecer, sacar adelante nuestras familias, aportar a la sociedad, sin embargo y sobre todo el actual gobierno, nos está usando, manipulando, estigmatizando a su conveniencia. Nos están tratando de hacer creer que hay bandos, unos malos y otros no tanto, para dividirnos en vez de unirnos, que sólo unos pocos obtienen beneficios a costa de otros. Qué falacia más grande, qué capacidad de engaño, qué olvido de cuál es la verdadera función de un líder y de un gobernante.
Todo lo anterior se hace de una manera orquestada, de una manera evidente en muchos casos y lo más grave, de una manera soterrada en la gran mayoría, basta mirar, para citar un ejemplo latente y a diario, la ausencia total de austeridad, el gran derroche que hacen los gobernantes de nuestros recursos y me refiero a los recursos suyos y míos, pues de una u otra forma todos pagamos impuestos, contribuimos y sostenemos el estado y su funcionamiento, hay que ver el despilfarro con la plata ajena, porque hay que decirlo así, con los dineros públicos, los permanentes viajes con excesivos costos y lujos, los desplazamientos en helicóptero, los escándalos de corrupción, la opulencia de nuestra dirigencia en gastos de todo tipo, de asesores, de escoltas, de esquemas de seguridad, para solo mencionar algunos, cuando a todos nosotros nos toca sostener, de una manera injusta, eso.
Preocupados en primer lugar y casi que exclusivamente por sus beneficios, por el poder por el poder, nos imponen cada vez más cargas, léase impuestos y más trabas y costos para hacer empresa, para trabajar; no se plantean soluciones estructurales, pero aún más grave insisto nos dividen, crean diferencias donde no las hay, para en el medio del caos, de la división, del derroche poder salir airosos y emerger como presuntos salvadores.
No, no todo es como lo pintan, como nos lo hacen creer, en nuestra sociedad hay gente buena, buenas instituciones, somos gente de empuje, tenemos orgullo de lo nuestro, capacidad de trabajo, pero estamos siendo deliberadamente olvidados y manipulados. No debemos ser pasivos, hay que seguir, como se dice coloquialmente, echando para adelante y cada día con más ganas, hay que exigir, hay que protestar de una manera eficaz, cada uno desde su esquina, no nos convirtamos en olvido, por eso es necesario rodear fuertemente nuestras instituciones, hay que saber elegir, hay que apegarnos a la ley, hay que exigir justicia, no permitir más impunidad, no permitamos más burlas del país político de espaldas a todos nosotros.