El colombiano promedio, no cree en los procesos. Tal vez es el reflejo de la cultura del narcotráfico; queremos todo rápido, sin esfuerzo. Los jóvenes quieren ser ricos a los 18 años, quieren ser jefes apenas entran a un trabajo, quieren saberlo todo sin haber leído lo suficiente, quieren los beneficios, pero no trabajar por ellos. ¿Cual es el origen de todo esto? No respetamos las normas. Somos un país sin respeto a las norma. Culpamos a todo el mundo por los males que tenemos, sin hacer nada al respecto. Justificamos la doble fila en un semáforo, por el gran problema de movilidad de nuestras ciudades.
Exigimos nuestros derechos, sin embargo no nos interesa realizar nuestros deberes. Estos aparentemente pequeños ejemplos, sumados, nos definen como cultura. Estos aparentemente pequeños ejemplos, sumados, son la base de la gran corrupción que vive nuestro país. Se nos olvidó el proceso, queremos llegar a todos lados, como por arte de magia, sin esfuerzo, sin trabajo.
Hace un tiempo estuve en Zürich de trabajo, nunca antes había ido. Antes del viaje leía que esta ciudad, tenía el sistema de transporte público más eficiente del mundo. Al visitarla me di cuenta de varias cosas. El sistema de transporte es un tranvía a nivel del suelo, nada el otro mundo, lo eficiente no es el tranvía, lo eficiente es como se utiliza. El suizo tiene muy claro en su ADN el respeto por las normas, por lo que compra su pase para el tranvía sin que en ningún lugar se lo exijan, los espacios destinados a las estaciones, si así se pueden llamar, son muy pequeños, son el andén; pero como no hay entrada, ni salida, ni torniquetes, ni controles, todo cabe en un espacio muy pequeño, por tanto su uso es muy eficiente. El suizo tiene un sentido común muy desarrollado y hace uso del sistema de una manera rápida, sin pasar por encima de nadie, pero sin ninguna “burocracia” en su uso. El resultado, un sistema de transporte público fantástico, donde lo eficiente es quien lo usa. Su base, el respeto por las normas.
La semana pasada, hablando con un grupo de médicos investigadores de la Universidad del Rosario, coincidían en que hace 30 años, el estudiante de medicina promedio tenía diariamente que luchar por su cupo en la Universidad, el esfuerzo era constante y la exigencia muy alta. Hoy en día, los estudiantes de medicina, ni siquiera están seguros si esto era lo que querían estudiar. Esto no es sólo un problema de los estudiantes de medicina, es un problema de todo el mundo. El gran problema de la educación a nivel mundial en mi modo de ver, es la poca autonomía que generan en las personas. El sistema educativo se centra en decirnos qué aprender, no en buscar cual es nuestra verdadera vocación y ayudarnos a que ésta sea el centro de nuestro aprendizaje. Nos centramos en, qué es lo que necesitamos aprender y no en qué es lo que queremos aprender.
El descubrir la vocación en cada quien será la base para lograr el respeto por las normas, será la base para ser más autónomos, para ser más felices. Sin embargo no queremos vivir este tipo de procesos. Queremos todo ya. Nuestras decisiones están influenciadas por nuestra familia, por nuestro grupo de amigos, por lo que leemos, por todos menos por lo más importante: por nosotros mismos.
El respeto por la norma, el trabajo en equipo, el autocontrol, la disciplina, la tolerancia con el fracaso, la concentración y la lealtad con el rival son coeficientes que afloran a partir de descubrir la vocación de cada quien. Esa será la base para entender que tenemos que vivir un proceso para ser mejores; mejores profesionales, mejores personas, mejores ciudadanos, sin embargo el verdadero cambio vendrá cuando entendamos la importancia de cultivar la autonomía en las personas a partir de descubrir la vocación de cada quien.