Con los pantalones abajo
Muchos analistas se siguen rasgando las vestiduras después del triunfo arrasante de Trump, cuestionando la decisión del pueblo americano, buscando culpables y haciendo premoniciones apocalípticas sobre su segundo mandato. Independiente de las posturas o preferencias políticas de unos y otros, es bueno entender por qué un personaje tan controversial como Trump ganó de manera tan contundente, para saber qué debemos hacer para que en Colombia un populista de izquierda no nos agarre con los pantalones abajo.
Trump ganó porque la gente del común está ‘mamada’ de la política tradicional y les presta menos atención a temas ideológicos, a propuestas complejas de política pública o a los indicadores económicos. El votante de hoy es pragmático, le preocupa su bolsillo, pagar menos impuestos y se guía más por sentimientos que por decisiones racionales, campo fértil para cualquier populista o ‘outsider’ de derecha o izquierda.
En EE.UU., los dos temas más apremiantes fueron la economía -en particular el efecto de la inflación en los precios de la canasta familiar- y la seguridad, representada en gran medida por el problema de la inmigración ilegal. Trump supo capturar la frustración y convertirlos en su eje de campaña. Los demócratas se quedaron sin tema y basaron su mensaje en el derecho al aborto, en la amenaza que representaba Trump para la democracia y en los aspectos censurables de su carácter personal. Aunque filosóficamente eran valores más loables, no generó el fervor en las urnas que las élites intelectuales estimaban.
Haciendo un paralelo con Colombia, hay que analizar algunos aspectos de esta victoria para evitar que nos suceda lo mismo con Petro. Ambos son populistas, generan amor y odio, y están dispuestos a trinar todo el día para tocarle la fibra a la gente. A Trump le iniciaron una persecución judicial conocida como ‘lawfare’, que lo mantuvo vigente los cuatro años de Biden, lo martirizó frente a sus seguidores e hizo que muchos votantes independientes se solidarizarán con su causa, así no gustaran de él.
En ese sentido, hay que tener cuidado que el clamor nacional de ‘Fuera Petro’, no opere como vehículo para que se victimice y le dé legitimidad a su argumento del supuesto golpe blando planeado por las elites criollas y las altas cortes. Hay que dejarlo marinar en los jugos de su propia incompetencia.
Otro error craso de los demócratas fue estigmatizar a los seguidores de Trump. No podemos satanizar a los petristas -sean de izquierda, exguerrilleros, mamertos, primera línea, santistas u otros-. Hay que tratar de entender por qué 30% del electorado -y Santos- aún ven en Petro como la mejor opción para 2026.
En materia económica, el planteamiento tiene que tocar el bolsillo de la gente. No basta con señalar la corrupción, la falta de gestión de este gobierno y cantar victoria por bloquear sus mal llamadas reformas sociales. Petro tiene caja y la va a usar para otorgar subsidios, aceitar maquinarias y promover su argumento, ‘que los ricos no me dejaron’.
En el tema de seguridad hay que demostrar cómo la paz es un espejismo y un gran aliciente para los criminales, el narcotráfico y las economías ilegales.
Toca aprovechar el regreso de Trump a la Casa Blanca -y de Marco Rubio como secretario de Estado, cuya esposa es de padres colombianos-, para poner a Colombia nuevamente en el radar de los gringos -y a Petro contra las cuerdas-.