Ñerolandia
Viendo la gritería y el conato de pelea de Benedetti la semana pasada en el Senado, los insultos continuos de Petro a la oposición -a quienes no baja de HPs- y las mentiras del supuesto fraude de parte de la bancada de gobierno, me hizo recordar los eventos del año pasado en la final de la Copa América en Miami y los actos de vandalismo de las barras bravas colombianas destrozando el estadio y colándose por los ductos de aire. Me pregunto ¿seremos un país de ñeros? ¿Estamos destinados a que nos gobierne lo peor de la cloaca? ¿Cómo rescatamos a Colombia del secuestro moral y político al que nos tienen sometidos? Me rehúso a creer que en Colombia sean más los bandidos que los buenos.
Sin embargo, cuando uno ve cómo este Gobierno sigue bajando la vara de la decencia escándalo tras escándalo y no pasa nada, tiendo a creer que, en el mundo actual de redes sociales, bodegas, noticias falsas y relativismo político, la decencia en la política se perdió. Por eso insisto, si queremos ganar las elecciones de 2026 y arrebatarle el poder a este grupo de indecentes, la oposición tiene que estar dispuesta a meterse en el barro.
Entiendo que muchos de los candidatos a esta altura del partido prefieren mantener su cabeza abajo para evitar que las bodegas petristas los hagan trizas, pero es momento que los líderes políticos, gremiales y empresariales, se empiecen a reunir y a definir una estrategia para contener la andanada que se nos viene. Los candidatos no pueden seguir viajando por todo Colombia comiendo lechona en el Tolima o viudo de capaz en las orillas del Río Magdalena, con la excusa de querer conocer los problemas de la gente. El país no necesita más diagnósticos y oferta de candidatos parqueados en lugares comunes. Es obvio que todos queremos disminuir la pobreza, mejorar la calidad de la educación y la salud, crear nuevas oportunidades de trabajo, y mejorar la calidad de vida de todos los colombianos. El problema es cómo.
Se necesitan candidatos bien preparados para ser presidentes y que generen pasión y entusiasmo. Apoyados por equipos de trabajo que propongan soluciones puntuales para los temas más apremiantes para la futura administración, en especial hacienda y defensa. Como ya vimos, la improvisación y la chabacanería nos cuestan -y caro-.
La oposición tiene que definir una narrativa más convincente, exagerada e hipnótica, que la del petrosantismo. Sé que sueno incongruente al pedir decencia y a su vez hacer un llamado a la seducción extrema, pero es que Petro y la izquierda no van a tener reparo alguno en seguir diciendo mentiras, engañando al pueblo y haciendo acusaciones temerarias contra sus opositores, con tal de perpetuarse en el poder.
Las elecciones no se ganan a punta de estadística, PowerPoint o videos cantando con la familia. El mensaje tiene que ser simple pero contundente. Algo parecido a los famosos tres huevitos de Uribe. Temas que calen en la gente y que los votantes interioricen; que defiendan el espíritu emprendedor de los colombianos; la libertad de mercado como la mejor forma de crecimiento económico, generación de riqueza y creación de oportunidades; el uso de la autoridad para espantar a los criminales y acabar con el sofisma de los interminables e inútiles procesos de paz como solución a todos los problemas. Pero, ante todo, devolver la credibilidad en las instituciones, para sentir que podemos vivir en ‘Disneylandia’ y no eternamente condenados a ‘Ñerolandia’.