Analistas 25/01/2024

Policías y ladrones

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Fuimos testigos en Davos de la diferencia entre dos estilos de gobernar. Mientras el presidente Milei de Argentina llegó en línea área comercial, con una comitiva de tan solo cuatro personas, el presidente Petro viaja como si cargara con un campamento beduino. En su discurso, Milei fue crítico del despilfarro y abuso de los recursos del Estado por parte de la izquierda. Habló una sola vez. Petro, en cambio, siguió como disco rayado en cuanto panel le pasaron un micrófono, repitiendo la narrativa de cambio climático, transición energética y lucha de clases, mientras en Colombia su gobierno sigue ahogado en la ineficiencia y múltiples escándalos de corrupción.

Pero independientemente de dónde uno se pare políticamente, lo que estamos viendo alrededor del mundo son dos modelos políticos y sociales que se contraponen, cada vez más distantes. Cual policías y ladrones.

En Estados Unidos vivimos un debate similar, entre los que defienden a Trump y los que prefieren a Biden. Más allá de escándalos personales y judiciales que dividen a la opinión pública -y la condición de avanzada edad que afecta a ambos candidatos- el votante americano también se debate entre dos plataformas ideológicas.

Los hinchas de Trump están dispuestos a ignorar su situación judicial y algunos aspectos de su personalidad, pues creen en su capacidad de gestión en temas económicos. Se alinean con sus planteamientos en materia de inmigración, seguridad nacional y política internacional. Los que defienden a Biden ignoran su condición física, prefieren la plataforma ‘woke’ postmoderna que representa y su lucha contra la injusticia social, el cambio climático y en defensa de las minorías.

Las diferencias no sólo son ideológicas, sino de capacidad para gobernar. La derecha habla de austeridad fiscal y aboga por un Estado pequeño. Reconoce y defiende el papel del emprendedor en la generación de riqueza y empleo. Enfoca sus esfuerzos en acabar con la delincuencia organizada y garantizar la seguridad, como vemos con Noboa en Ecuador y Bukele en El Salvador.

El modelo socialista insiste en aumentar impuestos, crecer el aparato burocrático e imponer la agenda de cambio climático, sin importar sus consecuencias económicas. Ataca las empresas que pueden ayudar a acabar con la pobreza y proponen nacionalizar la salud, la energía y los servicios públicos, aunque ese modelo fracasó. Insisten en firmar acuerdos de paz y defender criminales, sin importar que entre más concesiones brinden a los narcos y a la delincuencia organizada, más violencia se genera.

Más allá de las diferencias ideológicas, el común de la gente está cansada de la hipocresía y falta de congruencia de muchos de los gobernantes en todas las latitudes. Hablan de cambio climático, pobreza e igualdad social, pero viajan en aviones privados, alquilan mansiones de un millón de dólares y se comportan peor que los depredadores capitalistas que tanto critican.

Estamos en un punto de inflexión. Se vienen elecciones en Estados Unidos y algunos países de América Latina. Es crítico que los votantes entiendan que el Estado gastón, despilfarrador y pacifista que representan los gobiernos de izquierda no es una opción beneficiosa ni sostenible. Ya les dieron la oportunidad, y siempre fallaron. Es necesario votar por la opción política que promueva libre empresa, eficiencia, competencia y seguridad, si queremos retomar el crecimiento y la prosperidad.

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