Se tomaron el Kool-Aid
Las recientes manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino por el genocidio en Gaza, es otra de esas falsas narrativas estructurada por la izquierda internacional para convocar a sus células terroristas de la primera línea disfrazándolas de protesta social y generar terror en todo el mundo. Estrategia bien pensada por los terroristas de Hamás para que una manada de idiotas útiles -en su mayoría jóvenes mamertos, ingenuos y desocupados- se tomaran el Kool-Aid y salgan por las calles a protestar y a destruir todo a su paso.
Lo triste es que Petro y sus contertulios hacen campaña política a la espalda de un conflicto que lleva siglos sin resolver y de un ataque terrorista que dejó más de 1.200 judíos masacrados y más de 250 secuestrados. Pero como la ignorancia es atrevida, no había pasado un solo día desde los ataques terroristas donde sus atrocidades fueron transmitidas en vivo por las mismas redes sociales de Hamás, mostrando cadáveres de judías adolescentes violadas, con las piernas partidas y los senos arrancados a cuchillo, arrastradas como trofeos en las calles de Gaza y bebés incinerados en microondas, cuando ya las narrativas de la izquierda internacional responsabilizaban a Israel de esta masacre.
Lo cínico es que ni él ni ningún líder de izquierda mundial de verdad le preocupa el pueblo palestino, los niños muertos utilizados como escudo humano por Hamás o la destrucción en Gaza. Lo único que buscan es una vitrina y un megáfono para destilar odio, crear un enemigo común y servir sus propias agendas.
Hablan de genocidio en Gaza para tratar de equiparar las cargas históricas del holocausto y sentir que tienen la autoridad moral para seguir persiguiendo al pueblo judío. Los mismos hipócritas pacifistas que callan con relación a Putin y la guerra en Ucrania; que invitan a Irán a Naciones Unidas a hablar de derechos de la mujer; que azuzan a miembros de la comunidad Lgtbq a salir a marchar en defensa de una organización terrorista que apedrea o lanza desde los tejados de los edificios a los de su misma colectividad; que abogan por los derechos de narcoguerrilleros que secuestraban civiles, reclutaban menores y violaban niños y niñas; y que permiten que líderes paramilitares que ejecutaron masacres con motosierras hoy actúen como gestores de paz.
Pero como bien ha sostenido el expresidente Bill Clinton, Estados Unidos e Israel por décadas han puesto sobre la mesa todo tipo de soluciones, sin éxito alguno. Nunca se ha podido avanzar, pues para Irán y sus ‘proxies’ en la región, la única solución es la destrucción del Estado de Israel y el exterminio de sus habitantes. Cucharada de su propia medicina que hoy les está suministrando Netanyahu sin remordimiento alguno.
Lo interesante de todo esto, es que al parecer terminó siendo Trump -el hombre más odiado por la izquierda y la mamertería internacional-, el único capaz de presentar un nuevo plan de paz u hoja de ruta, dispuesto a calmar los ánimos y que por el momento sentar a la mesa -un tanto a regañadientes- al pueblo árabe, a Netanyahu y a la coalición ultraortodoxa de Israel, entre otros.
No estoy seguro si su propuesta ponga fin a este conflicto milenario, pero sí considero que sus esfuerzos de paz son más valerosos que la narrativa barata de nuestro payaso-Presidente y su intención de crear cortinas de humo que le sirvan para generar violencia y así buscar perpetuarse en el poder.